miércoles, 6 de marzo de 2013

EL DINOSAURIO TODAVÍA ESTÁ ALLÍ


Cínicos. Eso es lo que somos todos. Además de unos borregos. Ahora que Chávez ha muerto unos aprovechan para ahondar en las críticas que vienen haciéndole a él y a su Gobierno desde hace años. Otros lo defienden, cansados del sistema capitalista, tan decadente en los últimos tiempos, y como alternativa al mismo. 

Más allá de tantas voces, tantas opiniones, tantos análisis, cuando despertemos de tanta verborrea, el dinosaurio todavía estará allí. Allí continuarán efectivamente los progresos habidos en sanidad y en educación, pero también los muertos a docenas en las calles y las mordazas en las bocas de los opositores, y los exiliados (miles) por ser contrarios a lo que se cocía en la cocina de la patria. Allí continuará el dinosaurio de una sociedad abierta en canal por dos realidades: los avances sociales y los retrocesos sociales; paradojas de ciertas políticas y regímenes con los que uno vive sin vivir en sí. ¿Qué es más importante en una sociedad: la completa alfabetización o la completa libertad? ¿De qué sirve saber leer si no puedes libremente expresarte? Y viceversa ¿cómo es posible una completa y real libertad de pensamiento sin alfabetización? Y en esa disyuntiva nos ha situado el bolivarista, y los Bush y Obama, a su manera.

La respuesta es irresoluble con los esquemas mentales básicos a los que estamos acostumbrados: bueno-malo, moral-inmoral, amigo-enemigo, EjeDelBien-EjeDelMal,... El dinosaurio sigue estando allí, sin duda. Y aquí también, a este lado. Porque pese al debate general sobre qué es lo mejor, o lo reprobable, o lo conveniente -si un sistema de corte capitalista, como el modelo estadounidense, seguido por Colombia, o de corte socialista-comunista como el Cubano, secundado por Venezuela-, el dinosaurio sigue estando allí, más allá de sendos modelos económico-sociales. El dinosaurio, desgraciadamente, está en el mundo: no se trata simple, o al menos no exclusivamente, de modelos de regímenes sino de políticas, maneras de gobernar, de dirigir, de organizar la sociedad y, en definitiva, de vivir y dejar vivir que nos permita hacerlo sin el "sin vivir en mí".

Cuando despertemos de la vorágine actual, el dinosaurio seguirá estando allí, y aquí, porque no habremos solucionado ni superado las políticas que atan al mundo: las chavistas, sí, pero también las italianas (con personajes con parecidos razonables a Chávez como puede ser Berlusconi), las rusas (qué decir de Putin), y también, cómo no, las españolas. Considero que Chávez ha podido acertar en algunas de sus políticas como la educación y la sanidad, pero ha fracasado en Derechos Humanos, sumiendo al país en un clima de violencia brutal y de falta de libertad de expresión intolerable y con unas formas populistas que rozan el totalitarismo y, por ende, donde la libertad y la democracia se asfixian. Criticar estos aspectos no significa, automáticamente, apoyar otros regímenes como el uribista en Colombia, o la propia dinámica estadounidense e, incluso, la europea donde también se echa en falta el aliento democrático por la presión de los mercados, el sistema instaurado y las decisiones políticas y legislativas tomadas por nuestros amados dirigentes.