jueves, 5 de noviembre de 2009

José Luis Gómez-Calcerrada: "NO TENGO LA SENSACIÓN DE HABER ODIADO NUNCA A FRANCO, Y SIN EMBARGO HE SIDO ANTIFRANQUISTA"


En el mes de abril de 1979 se celebraron en España las primeras elecciones democráticas municipales desde que el golpe militar del año treinta y seis desembocara en una guerra civil y, posteriormente, en la dictadura franquista. Treinta años después de aquellos comicios Herencia celebra la efeméride con unas Jornadas en las que destaca la exposición de la agencia EFE “30 años de democracia” que llega al pueblo de la mano de José Luis Gómez-Calcerrada, Director Gerente del Consejo Económico y Social. Este hombre de semblante tranquilo y padre de dos hijos no piensa en la jubilación a sus sesenta años: “resistiré trabajando hasta los setenta”. De espíritu inconformista, el que otrora fuera uno de los fundadores de Comisiones Obreras en Herencia y estuviese vinculado con el partido comunista en aquellos años de juventud, ha llevado una vida trepidante marcada por una carrera política en la que llegó a situarse al frente del Centro Democrático y Social. Asegura que nunca ha sido de extremista en los colores políticos. Presume de coherencia, de poder correr 10 kilómetros al día y de su pandilla de amigos del pueblo. Se confiesa fanático de los Beatles, The Police y, sobre todo, de Elvis Presley, al que considera un icono de modernidad. Su hablar es fluido y constante y lo acompaña de suaves gestos de manos que le ayudan a enfatizar ciertas cuestiones. Mantiene la mirada a su interlocutor, convencido de lo que cuenta. Enlaza los asuntos sin vacilaciones y apostilla algunos matices. Si bien la palabra es uno de los dones de cualquier político, aunque se esté en retirada, quien tuvo retuvo, y él mismo es la prueba fehaciente de ello. Y por encima de todo, las convicciones. Sobre todo las convicciones.

¿Qué es la exposición de la agencia EFE y cómo llega a Herencia?
Es una proyecto que presenté al Alcalde porque creía que era una buena oportunidad para celebrar treinta años de Ayuntamientos democráticos en Herencia. Esta exposición sale por única vez de Madrid. Solicité autorización a la Agencia la cesión de los derechos de autor de las fotos para la ocasión y me dispuse a ordenarlas con un sentido cronológico y funcional. Son 90 fotografías sobre la Transición y que ponen de manifiesto lo que significó, no solo desde un punto de vista político, sino también costumbrista. A raíz de la exposición han surgido más ideas, que por cierto las ha desarrollado brillantemente Juan Francisco Prado, y por todo ello habrá más actividades como una conferencia a las que acudiremos representantes de todo el espectro político: Miguel Ángel Martínez, Blas Camacho y yo mismo.

¿Considera que, a veces, se idealiza demasiado la Transición?
Aquí lo que había era un sistema autoritario en la última época de una dictadura. Pasar de una dictadura a una democracia no fue fácil. Pero he de decir que la Transición empieza incluso en vida de Franco. Había hombres dentro del sistema que ya trabajaban en una dirección aperturista, sin olvidar el mayor mérito de los que estaban fuera, especialmente gente de izquierdas y otras muchas personas que se sumaron luego a Unión de Centro Democrático. Por tanto a la transición hay que darle la importancia que tiene. La Constitución que se hizo es la de más larga vida en la Historia de España y ,con algún retoque futuro, nos seguirá valiendo porque en los grandes temas no hay necesidad de cambiarla. Y esto es así porque se hizo por consenso, por acuerdo, y sin traumas de ningún tipo. Por lo demás la transición española es objeto de cursos, seminarios y conferencias en las Universidades más prestigiosas del mundo. Un modelo a imitar.

¿Era necesaria, después de todo, una Ley de Memoria Histórica?
A mí me parece de justicia que se dé satisfacción a una determinada parte de nuestra sociedad que durante muchos años no tuvo ningún reconocimiento. Pero considero injusto que a estas alturas, con una transición ya superada, determinados medios lo utilicen como una especie de arma arrojadiza. Creo que esto hay que hacerlo con normalidad, la normalidad que da el reconocimiento a que la gente pueda desenterrar sus víctimas, darle una sepultura digna y hacerles los homenajes que estimen oportunos. Sin más. Unos han tenido la ocasión de hacerlo y los que no, de uno u otro lado, ahora lo pueden hacer. Por lo tanto me parece razonable y posiblemente es el momento de hacerlo. Me alegra mucho que en Herencia se rinda homenaje en el acto de la inauguración de la exposición al concejal herenciano del partido comunista, Román Fernández-Caballero. Es una pena que se haga después de haber fallecido, no obstante es un acierto por parte de la Corporación Municipal porque es un homenaje merecidísimo.

¿Cómo vivió usted la Transición?
Vine a Madrid a estudiar a la Universidad y me encontré con un mundo que no había vivido. Inmediatamente tomé partido y me comprometí con mi tiempo. Participé en organizaciones de todo tipo apostando en todo momento por la libertad y por la democracia. Fui lo que se llama un hombre de acción. Y todo ello sin trauma alguno, ya que yo no tengo la sensación de haber odiado nunca a Franco, y sin embargo he sido antifranquista. Mi padre era falangista y en casa hablábamos de política en las sobremesas e intercambiado puntos de vista, pero jamás discutí con mi padre. Es más, me he sentido comprendido por él y yo he comprendido siempre. He estado educado en la cultura del diálogo y del buen entendimiento, lo que me ha sido muy útil después.

Da la sensación de que antes, sobre todo en aquellos años, era más común el consenso ¿por qué antes sí y ahora no?
De aquella época arrancan tres grandes hitos en materia de consenso político-social: los Pactos de La Moncloa en 1977, que sentaron las bases para el desarrollo económico posterior; la Constitución de 1978, para sentar las bases de la convivencia entre los españoles; y el Pacto de Toledo en 1995, para sentar las bases de la sostenibilidad financiera del sistema de la Seguridad Social. Ahora bien, no hay que sacralizar el acuerdo y el consenso. El acuerdo y el consenso es para cuando se puede. Los gobiernos están para gobernar y cuando no es posible llegar a acuerdos, hay que legislar; hay que ejecutar y llevar cosas a cabo. En torno a la crisis económica que estamos soportando sí que debería alcanzarse un gran acuerdo por parte de los grandes partidos, especialmente cuando el paro está llegando a unas cotas absolutamente inaceptables. Un exceso de crispación política nubla el horizonte para hacer posible un clima adecuado al diálogo y la negociación de los grandes temas de Estado.

Llegó a ser Secretario General del CDS. ¿Por qué decidió meterse en política?
Sentí la necesidad de formar parte de un partido político a partir de los acontecimientos del 23-F. Encontré en esa postura de centro progresista, que es con la que me identifico después de haber pasado por posturas menos templadas, un canal apropiado y diferente del resto de formaciones políticas que eran más clásicas. No llegué a tener un escaño, pero no me ha preocupado especialmente. La política me la he tomado siempre como afán de servicio, como continuación de mi faceta pública de funcionario hasta el momento en que los ciudadanos me retiraron de la política porque dejaron de votarnos.

¿Y después?
Tuve llamadas de otras formaciones políticas cuando me retiré de la primera línea. Es la primera vez que voy a decirlo públicamente: pero fue al máximo nivel que se puede tener en cada uno de los grandes partidos nacionales. He tenido todas las puertas abiertas y yo lo agradezco. En caso del PP, tuve una entrevista el presidente de Castilla y León, Juan José Lucas, proponiéndome ver a José María Aznar quien estaba al tanto. Esto fue en septiembre de 1993. Y por la misma época tuve dos acercamientos del PSOE, entonces en el poder: fue el propio José Bono, e incluso se me ofreció la posibilidad, a través de la portavoz de Gobierno Rosa Conde, de hablar con Felipe González, que se interesó por mi futuro cuando en los medios se hablaba de mi retirada política. En todo momento evité esos contactos al máximo nivel agradeciendo la atención y confianza. No contaba con los niveles de entusiasmo exigibles para ejercer la política.

¿Cree en la política?
Sí, sin lugar a dudas. Si no crees en Dios, o no crees con fuerza pienso que es imposible ser religioso y en política pasa lo mismo: si te falta entusiasmo, si te falta convicción como yo he tenido, es imposible. Es verdad que en política se puede estar, además, por ambición o como modus vivendi. Lo respeto y comprendo pero no ha sido mi caso.

¿Y en los políticos?
En general también. Los ejemplos de corrupción que estamos viendo me preocupan porque se deja de creer en la clase política. Sin embargo creo que la clase política es algo más que todo eso. Son los miles y miles de concejales, los miles de militantes que están en agrupaciones, en las respectivas sedes de los partidos políticos, que no aspiran a ningún cargo y nunca lo van a tener, que contribuyen con su dinero y esfuerzo, haciendo campaña, haciendo democracia.

¿Confía en los partidos políticos?
Los partidos políticos están funcionando exactamente igual que al inicio de la democracia: las mismas formas en las tomas de decisión y de elección de cargos. Hay poco debate en los partidos, mucha imposición desde las alturas, porque es lo fácil, y poca participación de los militantes y de la ciudadanía en general. Esto hay que corregirlo y se sabe cómo hacerlo: cómo hay que elegir a los concejales, si hay que ir con listas abiertas, sabiendo que con listas cerradas es darle el poder a la cúpula de los partidos que pueden hacerlo bien o desastrosamente. Tiene que haber una adaptación de los partidos a otro tipo de vida y de mentalidades. Que no ocurra lo de ahora y es que lo mejor de la sociedad no se ve impulsado a participar en la vida política por su desprestigio. Ha llegado el momento de acabar con el déficit democrático de los partidos políticos.

¿Se arrepiente de no haber hecho o conseguido algo?
(De repente, silencio. Piensa). Me hubiese gustado en algún momento de mi vida política tener poder. El poder para usarlo bien, en el sentido de intentar transformar la sociedad. Es verdad que entonces lo hacía con un espíritu poco querencioso hacia el interés, pero con el tiempo, quizás pienso que sí me hubiera gustado participar en un partido con poder y practicarlo: para hacer las cosas como creo que hay que hacerlas: bien. He sido consciente cuando he estado en política de que de eso no iba a vivir, pero he hecho lo que quería hacer. No he estado preocupado por si un partido era más o menos grande y de sus perspectivas de futuro y de éxito. Yo soy un perdedor, porque he aceptado ese reto de ser perdedor en el sentido de que no me he preocupado por las cosas que pudieran tener éxito. Hago lo que quiero hacer en cada momento y con cierta coherencia. Nunca he trabajado en algo tan interesante y tan apasionante como son los años del CDS en los que estuve dedicado de lleno a la política.

Cuando se jubile, ¿le tentaría presentarte a la Alcaldía en Herencia?
No. Hay que ser realistas: soy una persona amortizada políticamente. El sarampión del gusto por la política ya lo he pasado. Estoy muy conectado con Herencia, tengo muchos amigos allí, mi familia es de allí y la de mujer… pero me parecería intrusismo aparecer en Herencia para participar en la vida política. Mi papel está en colaborar con cualquier ayuntamiento. En su día lo hice con Mercedes, lo hice con Ramón Osuna y lo estoy haciendo ahora con Jesús.

Finalmente, en su condición de economista ¿qué aspectos diferencian la crisis económica española del entorno comunitario?
La virulencia del impacto de la crisis en nuestro país tiene características específicas tales como el pinchazo de una burbuja inmobiliaria de dimensiones verdaderamente excepcionales; una elevadísima tasa de endeudamiento familiar y empresarial, como consecuencia tanto del propio boom inmobiliario como de los bajos tipos de interés; y una escasa competitividad de la economía española, que disparó el déficit exterior. Por su parte, la crisis financiera internacional agravada desde el verano del 2008, ha provocado dificultades en los créditos, así como falta de liquidez que tiene como consecuencia una debilidad del consumo, lo que hace aumenta espectacular y drásticamente el paro.