miércoles, 13 de abril de 2011
99 Wines
La ignorancia es el mayor aliado del error, el resorte de las decepciones y, a la vez, una ventana a la sorpresa. Porque toda vez que la experiencia y el conocimiento vencen los muros del desconocimiento la realidad se presenta tal cual es. Y uno cae del error, y uno se decepciona porque lo que creía ya no es, pero ocurre que también puede ser que lo nuevo, lo hasta entonces desconocido se presente de una manera más hermosa, atractiva y placentera de lo que imaginaba.
Y todos somos eternos ignorantes. Nadie posee el conocimiento pleno sobre cada aspecto de cada asunto. Pero el ser humano tiene esa capacidad asombrosa de aprendizaje, de curiosidad y descubrimiento, de sobreponerse a ese pecado original que es la ignorancia. Y cada día uno aprende, dice el poeta...
Pensaba que venía a Austria, país cervecero por excelencia. Ya me imaginaba a mí mismo dando el salto mortal hacia las grandes pintas tostadas o rubias, siempre frías. No me gustaba la idea, pero estaba resignado de antemano. Total, no es Austria prima hermana de Alemania?
De nuevo la realidad me ha sacado de la ignorancia, con gran regocijo por mi parte. Austria no es Alemania, gracias a dios. Resulta que Austria no solo ama el vino sino que lo produce y cuida con mimo. No lo dicen las guías de turismo sino mi propia experiencia vital. Qué alegría haber descubierto los vinos blancos de la región de Estiria. El fin de semana pasado hubo, cómo no, un festival a los pies del Ayuntamiento (Rathaus) dedicado a este Estado, y a su gastronomía y a sus vinos. No comentaré más.
No he vuelto a pensar en Austria como país netamente cervecero. Eso ya solo lo restrinjo a Alemania, y a la zona de Babaria más específicamente. Austria es algo más. Para muestra, otro botón.
No seré prólijo en detalles con respecto a un local. Su nombre: 99 Vinos. Imagina un espacio minimalista, abierto a la calle, acogedor, y con 99 botellas de vino en sus paredes, clasificados y seleccionados en función de sus cualidades: afrutado, exótico, picante, blanco, rosado, tinto... Te recibe el dueño, sonrisa y buenas maneras como carta de presentación, te entrega una copa vacía y uno va degustando uno y otro. Y cuando se acaba una botella inmediatamente es reemplazada por otra distinta. Y pasa el tiempo, las horas, los tragos entre amigos y charlas y picoteo... Al final uno se va sin que nadie te presente una cuenta, sin que nadie te diga lo que tienes que pagar. Uno mismo es el que, voluntariamente, deja en un jarrón de cristal el dinero que considere oportuno... maravilloso descubrimiento.
Aunque aun me pregunto qué pasaría con un local así en Madrid.
Por cierto, aquí está el enlace, para los curiosos
http://www.99wines.at/
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Querido amigo, un placer leer tu blog, interesante y constructivo, como todo lo tuyo, me gusta pasar por aquí y leer, releer, porque todo es aprender y sabes ¿Tengo tantas ansias de seguir aprendiendo? Si, señor, Austria tiene vino y muy bueno además, siempre que tu paladar sepa encontrar ese sabor único del buen caldo, cada uno tiene su bouquet, aquí en la tierra del Quijote, es distinto, pero no debemos desdeñar aquel de otros países ¿Te das cuenta como te abres al mundo? Eso es magnifico, espero otra nueva entrada para seguir saboreando esas letras maravillosas que me cuentan de un país quizás menos conocido por mi, de tu mano iré paseando por el valle del Danubio y del vals.
ResponderEliminarAbrazos desde un lugar de La Mancha