jueves, 5 de noviembre de 2009

José Luis Gómez-Calcerrada: "NO TENGO LA SENSACIÓN DE HABER ODIADO NUNCA A FRANCO, Y SIN EMBARGO HE SIDO ANTIFRANQUISTA"


En el mes de abril de 1979 se celebraron en España las primeras elecciones democráticas municipales desde que el golpe militar del año treinta y seis desembocara en una guerra civil y, posteriormente, en la dictadura franquista. Treinta años después de aquellos comicios Herencia celebra la efeméride con unas Jornadas en las que destaca la exposición de la agencia EFE “30 años de democracia” que llega al pueblo de la mano de José Luis Gómez-Calcerrada, Director Gerente del Consejo Económico y Social. Este hombre de semblante tranquilo y padre de dos hijos no piensa en la jubilación a sus sesenta años: “resistiré trabajando hasta los setenta”. De espíritu inconformista, el que otrora fuera uno de los fundadores de Comisiones Obreras en Herencia y estuviese vinculado con el partido comunista en aquellos años de juventud, ha llevado una vida trepidante marcada por una carrera política en la que llegó a situarse al frente del Centro Democrático y Social. Asegura que nunca ha sido de extremista en los colores políticos. Presume de coherencia, de poder correr 10 kilómetros al día y de su pandilla de amigos del pueblo. Se confiesa fanático de los Beatles, The Police y, sobre todo, de Elvis Presley, al que considera un icono de modernidad. Su hablar es fluido y constante y lo acompaña de suaves gestos de manos que le ayudan a enfatizar ciertas cuestiones. Mantiene la mirada a su interlocutor, convencido de lo que cuenta. Enlaza los asuntos sin vacilaciones y apostilla algunos matices. Si bien la palabra es uno de los dones de cualquier político, aunque se esté en retirada, quien tuvo retuvo, y él mismo es la prueba fehaciente de ello. Y por encima de todo, las convicciones. Sobre todo las convicciones.

¿Qué es la exposición de la agencia EFE y cómo llega a Herencia?
Es una proyecto que presenté al Alcalde porque creía que era una buena oportunidad para celebrar treinta años de Ayuntamientos democráticos en Herencia. Esta exposición sale por única vez de Madrid. Solicité autorización a la Agencia la cesión de los derechos de autor de las fotos para la ocasión y me dispuse a ordenarlas con un sentido cronológico y funcional. Son 90 fotografías sobre la Transición y que ponen de manifiesto lo que significó, no solo desde un punto de vista político, sino también costumbrista. A raíz de la exposición han surgido más ideas, que por cierto las ha desarrollado brillantemente Juan Francisco Prado, y por todo ello habrá más actividades como una conferencia a las que acudiremos representantes de todo el espectro político: Miguel Ángel Martínez, Blas Camacho y yo mismo.

¿Considera que, a veces, se idealiza demasiado la Transición?
Aquí lo que había era un sistema autoritario en la última época de una dictadura. Pasar de una dictadura a una democracia no fue fácil. Pero he de decir que la Transición empieza incluso en vida de Franco. Había hombres dentro del sistema que ya trabajaban en una dirección aperturista, sin olvidar el mayor mérito de los que estaban fuera, especialmente gente de izquierdas y otras muchas personas que se sumaron luego a Unión de Centro Democrático. Por tanto a la transición hay que darle la importancia que tiene. La Constitución que se hizo es la de más larga vida en la Historia de España y ,con algún retoque futuro, nos seguirá valiendo porque en los grandes temas no hay necesidad de cambiarla. Y esto es así porque se hizo por consenso, por acuerdo, y sin traumas de ningún tipo. Por lo demás la transición española es objeto de cursos, seminarios y conferencias en las Universidades más prestigiosas del mundo. Un modelo a imitar.

¿Era necesaria, después de todo, una Ley de Memoria Histórica?
A mí me parece de justicia que se dé satisfacción a una determinada parte de nuestra sociedad que durante muchos años no tuvo ningún reconocimiento. Pero considero injusto que a estas alturas, con una transición ya superada, determinados medios lo utilicen como una especie de arma arrojadiza. Creo que esto hay que hacerlo con normalidad, la normalidad que da el reconocimiento a que la gente pueda desenterrar sus víctimas, darle una sepultura digna y hacerles los homenajes que estimen oportunos. Sin más. Unos han tenido la ocasión de hacerlo y los que no, de uno u otro lado, ahora lo pueden hacer. Por lo tanto me parece razonable y posiblemente es el momento de hacerlo. Me alegra mucho que en Herencia se rinda homenaje en el acto de la inauguración de la exposición al concejal herenciano del partido comunista, Román Fernández-Caballero. Es una pena que se haga después de haber fallecido, no obstante es un acierto por parte de la Corporación Municipal porque es un homenaje merecidísimo.

¿Cómo vivió usted la Transición?
Vine a Madrid a estudiar a la Universidad y me encontré con un mundo que no había vivido. Inmediatamente tomé partido y me comprometí con mi tiempo. Participé en organizaciones de todo tipo apostando en todo momento por la libertad y por la democracia. Fui lo que se llama un hombre de acción. Y todo ello sin trauma alguno, ya que yo no tengo la sensación de haber odiado nunca a Franco, y sin embargo he sido antifranquista. Mi padre era falangista y en casa hablábamos de política en las sobremesas e intercambiado puntos de vista, pero jamás discutí con mi padre. Es más, me he sentido comprendido por él y yo he comprendido siempre. He estado educado en la cultura del diálogo y del buen entendimiento, lo que me ha sido muy útil después.

Da la sensación de que antes, sobre todo en aquellos años, era más común el consenso ¿por qué antes sí y ahora no?
De aquella época arrancan tres grandes hitos en materia de consenso político-social: los Pactos de La Moncloa en 1977, que sentaron las bases para el desarrollo económico posterior; la Constitución de 1978, para sentar las bases de la convivencia entre los españoles; y el Pacto de Toledo en 1995, para sentar las bases de la sostenibilidad financiera del sistema de la Seguridad Social. Ahora bien, no hay que sacralizar el acuerdo y el consenso. El acuerdo y el consenso es para cuando se puede. Los gobiernos están para gobernar y cuando no es posible llegar a acuerdos, hay que legislar; hay que ejecutar y llevar cosas a cabo. En torno a la crisis económica que estamos soportando sí que debería alcanzarse un gran acuerdo por parte de los grandes partidos, especialmente cuando el paro está llegando a unas cotas absolutamente inaceptables. Un exceso de crispación política nubla el horizonte para hacer posible un clima adecuado al diálogo y la negociación de los grandes temas de Estado.

Llegó a ser Secretario General del CDS. ¿Por qué decidió meterse en política?
Sentí la necesidad de formar parte de un partido político a partir de los acontecimientos del 23-F. Encontré en esa postura de centro progresista, que es con la que me identifico después de haber pasado por posturas menos templadas, un canal apropiado y diferente del resto de formaciones políticas que eran más clásicas. No llegué a tener un escaño, pero no me ha preocupado especialmente. La política me la he tomado siempre como afán de servicio, como continuación de mi faceta pública de funcionario hasta el momento en que los ciudadanos me retiraron de la política porque dejaron de votarnos.

¿Y después?
Tuve llamadas de otras formaciones políticas cuando me retiré de la primera línea. Es la primera vez que voy a decirlo públicamente: pero fue al máximo nivel que se puede tener en cada uno de los grandes partidos nacionales. He tenido todas las puertas abiertas y yo lo agradezco. En caso del PP, tuve una entrevista el presidente de Castilla y León, Juan José Lucas, proponiéndome ver a José María Aznar quien estaba al tanto. Esto fue en septiembre de 1993. Y por la misma época tuve dos acercamientos del PSOE, entonces en el poder: fue el propio José Bono, e incluso se me ofreció la posibilidad, a través de la portavoz de Gobierno Rosa Conde, de hablar con Felipe González, que se interesó por mi futuro cuando en los medios se hablaba de mi retirada política. En todo momento evité esos contactos al máximo nivel agradeciendo la atención y confianza. No contaba con los niveles de entusiasmo exigibles para ejercer la política.

¿Cree en la política?
Sí, sin lugar a dudas. Si no crees en Dios, o no crees con fuerza pienso que es imposible ser religioso y en política pasa lo mismo: si te falta entusiasmo, si te falta convicción como yo he tenido, es imposible. Es verdad que en política se puede estar, además, por ambición o como modus vivendi. Lo respeto y comprendo pero no ha sido mi caso.

¿Y en los políticos?
En general también. Los ejemplos de corrupción que estamos viendo me preocupan porque se deja de creer en la clase política. Sin embargo creo que la clase política es algo más que todo eso. Son los miles y miles de concejales, los miles de militantes que están en agrupaciones, en las respectivas sedes de los partidos políticos, que no aspiran a ningún cargo y nunca lo van a tener, que contribuyen con su dinero y esfuerzo, haciendo campaña, haciendo democracia.

¿Confía en los partidos políticos?
Los partidos políticos están funcionando exactamente igual que al inicio de la democracia: las mismas formas en las tomas de decisión y de elección de cargos. Hay poco debate en los partidos, mucha imposición desde las alturas, porque es lo fácil, y poca participación de los militantes y de la ciudadanía en general. Esto hay que corregirlo y se sabe cómo hacerlo: cómo hay que elegir a los concejales, si hay que ir con listas abiertas, sabiendo que con listas cerradas es darle el poder a la cúpula de los partidos que pueden hacerlo bien o desastrosamente. Tiene que haber una adaptación de los partidos a otro tipo de vida y de mentalidades. Que no ocurra lo de ahora y es que lo mejor de la sociedad no se ve impulsado a participar en la vida política por su desprestigio. Ha llegado el momento de acabar con el déficit democrático de los partidos políticos.

¿Se arrepiente de no haber hecho o conseguido algo?
(De repente, silencio. Piensa). Me hubiese gustado en algún momento de mi vida política tener poder. El poder para usarlo bien, en el sentido de intentar transformar la sociedad. Es verdad que entonces lo hacía con un espíritu poco querencioso hacia el interés, pero con el tiempo, quizás pienso que sí me hubiera gustado participar en un partido con poder y practicarlo: para hacer las cosas como creo que hay que hacerlas: bien. He sido consciente cuando he estado en política de que de eso no iba a vivir, pero he hecho lo que quería hacer. No he estado preocupado por si un partido era más o menos grande y de sus perspectivas de futuro y de éxito. Yo soy un perdedor, porque he aceptado ese reto de ser perdedor en el sentido de que no me he preocupado por las cosas que pudieran tener éxito. Hago lo que quiero hacer en cada momento y con cierta coherencia. Nunca he trabajado en algo tan interesante y tan apasionante como son los años del CDS en los que estuve dedicado de lleno a la política.

Cuando se jubile, ¿le tentaría presentarte a la Alcaldía en Herencia?
No. Hay que ser realistas: soy una persona amortizada políticamente. El sarampión del gusto por la política ya lo he pasado. Estoy muy conectado con Herencia, tengo muchos amigos allí, mi familia es de allí y la de mujer… pero me parecería intrusismo aparecer en Herencia para participar en la vida política. Mi papel está en colaborar con cualquier ayuntamiento. En su día lo hice con Mercedes, lo hice con Ramón Osuna y lo estoy haciendo ahora con Jesús.

Finalmente, en su condición de economista ¿qué aspectos diferencian la crisis económica española del entorno comunitario?
La virulencia del impacto de la crisis en nuestro país tiene características específicas tales como el pinchazo de una burbuja inmobiliaria de dimensiones verdaderamente excepcionales; una elevadísima tasa de endeudamiento familiar y empresarial, como consecuencia tanto del propio boom inmobiliario como de los bajos tipos de interés; y una escasa competitividad de la economía española, que disparó el déficit exterior. Por su parte, la crisis financiera internacional agravada desde el verano del 2008, ha provocado dificultades en los créditos, así como falta de liquidez que tiene como consecuencia una debilidad del consumo, lo que hace aumenta espectacular y drásticamente el paro.

sábado, 10 de octubre de 2009

Julián Martín Casado: “PINTAR ES UN HOMENAJE A LO QUE DIOS HA HECHO”



Para cualquier pintor europeo exponer su obra en Nueva York podría ser, como mínimo, motivo lógico de satisfacción. Más aún si se trata de una exposición que recoge a un grupo muy selecto de artistas bajo el rótulo “Los Mejores de la Acuarela Española”. Cualquiera podría airear a los cuatro vientos, y con orgullo, las medallas de reconocimiento que críticos nacionales y extranjeros le han dedicado por el buen hacer y el mérito de su propia creación. Sin embargo, Julián Martín Casado se sorprende cuando nos llegamos a él para entrevistarlo, para conocer a fondo su pintura y a él mismo, y acercarlos a su pueblo, al que nunca ha dejado en el olvido. “No merezco tanta atención” dice con una voz sincera, casi tímida, a la vez que sonríe al reconocer a un interlocutor de su tierra. La mirada melancólica lo delata. Siente cariño, y mucho, por La Mancha que le vio nacer hace ya ochenta y dos años. Una edad que, por cierto, pocos acertarían sabiendo que este acuarelista, mercedario y herenciano, o viceversa, aún pasea con habitualidad por las sierras de Madrid, ciudad donde vive actualmente, o por parajes que tan bien conoce y que cita con el cariño con el que se habla de un hijo: los molinos, el Frontón, o la Rendija. “Me encanta pasear por el campo. Voy siempre que puedo”. Y lo dice como todo cuanto asevera en nuestra conversación: sin pretensiones, sin el afán de impresionar. Así es la grandeza.

Y es que a menudo las cosas son grandes cuando son pequeñas. Principio de humildad. La Basílica Hispanoamericana de La Merced de Madrid es un edificio alto cuyo esplendor reside no en su tamaño sino en la sencillez: muros de cemento y hormigón desnudos y tan solo un gran Cristo Redentor, construido con despojos de un barco, en el ábside. Puro arte. Quizás el Arte llame al Arte, y la candidez a la candidez. El padre Julián me espera en la parte de la parroquia reservada a la vida monacal. Yo también soy de Herencia, le digo para ganármelo, a sabiendas de que es un hombre que le gusta mucho su pueblo. Siento su afabilidad en el apretón de manos y en el trato. Nos acompaña un viejo amigo, el padre Alejandro Fernández Barrajón, quien se ofrece a enseñarnos la casa, una casa muy austera, sin grandes abalorios aunque nada de mísera porque de aquí y allá cuelgan variados “julianes”. Las acuarelas se suceden por los pasillos y estancias. Abundan los motivos paisajísticos: marinas, llanuras manchegas, campos de aquí y allá, incluso de la imaginación; aunque también hay retratos de frailes. Maravilla su trazo tranquilo y los colores empleados. Transmite paz. “Qué suerte de vivir rodeado de tanta belleza”, me sale del alma. El padre Barrajón bromea con que le dan ganas de robarse alguno. Julián solo sonríe y calla.

Lo que sí habla por sí solo es el universo de Martín Casado. Su estudio es un espacio pequeño donde pinta, almacena sus obras terminadas (la última, me enseña, el retrato del nuevo Provincial), y duerme. Herencia está omnipresente: fotos de “La Hermosona”, un cartel anunciador, el último programa de la Feria, etc. “Yo es que quiero mucho al pueblo. Recuerdo mucho a las personas, a los amigos. Y el Ayuntamiento tiene a bien enviarme de vez en cuando cosas de allí”, dice mientras continúa enseñando su rincón privado. En el cabecero de su cama, un retrato de la hermana ya fallecida que también era mercedaria. “Desde el primer momento he conocido La Merced y los mercedarios. Íbamos al convento”. Siempre ha llevado muy dentro de su corazón la semilla de la fe y el amor por la advocación mariana de Nuestra Señora de Las Mercedes. Tan así fue que a los trece años dejó atrás el pueblo para seguir el camino que le marcaría de por vida: la llamada religiosa.

A los cinco años sus padres le regalaron unas acuarelas. No ha parado de pintar en todo este tiempo. ¿No le cansa?
No, no, no. He pintado eventualmente por encargos, por necesidad, pero sobre todo por afición. No es una carga para mí, ni ningún trabajo, sino una manera de expresarme. Yo soy religioso, no pintor.

Sin embargo, el también afamado y paisano don Agustín Úbeda dijo en alguna ocasión sobre usted: “pinta mejor que yo”.
Bueno sí, eso es cierto. Pero es una forma de recordar que éramos buenos amigos. Habíamos coincidido de pequeños en el colegio antes y después de la Guerra, y cuando vine destinado a Madrid, una de las primeras cosas que hice fue buscar la dirección de Agustín Úbeda, que ya había regresado de París.

¿Por qué trabaja sólo la acuarela?
Es cierto que básicamente hago acuarela aunque también pinté al óleo. Sin embargo era más problemático para mí por una cuestión de espacio. Yo no tengo un estudio, sino que pinto en mi habitación. Aunque también es cierto que siempre he sentido una mayor inclinación a la acuarela.

¿Por alguna razón especial?
Por la limpieza. El óleo siempre se puede corregir. En cambio la acuarela, aunque también se puede, por supuesto, es algo mucho más puro, más limpio.

Me da a mí que la acuarela le pasa lo que a la Zarzuela, que quizás sea considerado como el Género Chico, siempre superado por la Ópera, en este caso, el óleo…
No creo que sea así. Van Gogh pintaba al óleo, pero también pintaba acuarela y una acuarela de Van Gogh se subastó por todo lo alto. La acuarela es una técnica al agua de pintura. Puede tener tanto valor o más que un óleo. Eso depende de la calidad artística.

No hay duda. ¿Quién ha establecido los materiales más adecuados para crear el mejor arte? Al fin y al cabo el antecesor de la técnica de la acuarela en Europa se encuentra en el fresco, que también era una técnica rápida por cuanto debía aplicarse los pigmentos en un medio acuoso mientras el yeso permanecía húmedo. Y nadie duda del incalculable valor artístico y técnico del fresco de la Capilla Sixtina del gran Miguel Ángel a principios del siglo XVI.

¿Se siente realizado como pintor?
Bueno (piensa, suspira, sonríe, responde): sí. Aunque al fin y al cabo mi dedicación a la pintura ha sido una afición. No he visto en eso lo esencial ni mucho menos. Porque lo mío es la orden religiosa y ministerial.

¿Es que no se puede acaso, a través de la pintura, lleva a cabo esa labor religiosa y ministerial de la que habla?
Sí, sí, sí que se puede. De alguna manera se puede hacer. Simplemente llevar la belleza de la naturaleza, o de la humanidad en general, al cuadro es como una cooperación a la obra creadora de Dios. Un homenaje a lo que Dios ha hecho. Por tanto, una pintura que refleje simplemente la naturaleza puede ser considerada perfectamente una expresión religiosa, dependiendo de uno mismo, aunque el tema parezca que no sea directamente religioso. La actitud de uno es importante. Cada cosa que hagamos tiene que ser la expresión de algo que se lleva dentro. Mis acuarelas tienen algo de ese mensaje: un mensaje filosófico, o racional o razonado, pero que expresa algo. La reproducción de la naturaleza es un ejemplo, aunque también tengo otras pinturas más relacionadas directamente con el hecho religioso, aunque esas las tengo más reservadas.


¿Qué le falta por pintar?
Eso no se acaba nunca. Nunca se consigue terminar. Muchas veces me he puesto delante del papel sin pensar. Y he empezado. Lo que pintaba me iba sugiriendo cosas y se completaba la obra. Recordando siempre hay algo dentro de uno mismo porque cuando paseo o voy en el tren, o estoy en la calle, voy pintando mentalmente. No me supone ningún esfuerzo. Asimilo la realidad y posteriormente la recreo yo. Observo y algo de lo que veo se me queda dentro y puedo reproducirlo en cualquier momento, sin tener un proyecto determinado o exacto. Las cosas se me quedan en mi mente, de alguna forma las retengo y, cuando menos me lo espero, las utilizo.

¿Se siente suficientemente reconocido?
Eso no me preocupa mucho, aunque soy humano y, como todo el mundo, tengo mis puntos débiles. Los premios y reconocimientos evidentemente halagan y pueden contrariar a alguno, pero no le daría yo mucha importancia a eso. Pero claro, soy humano y sensible como cualquier persona.

Menos mal. Porque después de un rato de conversación con Martín Casado pudiera pensarse que se habla con un simple aficionado a la pintura, con el padre Julián. Y quizás no sea del todo erróneo. O quizás ambas cosas sean ciertas. No obstante, que un “aficionado” forme parte y reciba primeros premios de la Agrupación Española de Acuarelistas de Madrid, haya expuesto por todo el territorio nacional, Estados Unidos y México, da muchas pistas de la importancia de sus acuarelas. “Lo de Nueva York fue una exposición colectiva de los acuarelistas algo más señalados de España. Nos propusieron exponer allí, pero ya digo que fue algo colectivo”.Y lo dice de corazón. No es falsa modestia, eso se nota.

Para un hombre que tiene especial sensibilidad a lo que pasa a su alrededor y está constantemente observando su entorno, ¿qué diferencias encuentra entre la España de hoy en día y la de tu infancia?
(Por enésima vez vuelve a regalar una tímida sonrisa afable, quizás su mejor arma defensiva que le da un tiempo para pensar). Desde el punto de vista del arte, y de la naturaleza incluso, me parece que estábamos mejor antes. Las personas en cierto punto están mejor ahora: hay más medios, se vive mejor y todo eso. Pero no sé, parece que hemos perdido también mucho de lo bueno que había anteriormente, si bien es cierto que siempre ha habido estas quejas. De la juventud siempre se ha hablado… Eso ya lo decían cuando yo era joven. Los mayores ya rememoraban tiempos pasados como mejores épocas. Pasa siempre.

¿Qué es aquello de lo que se siente más orgulloso en su vida?
Lo más hermoso que he vivido, sin duda, han sido los siete años que pasé en la Casa de Refugiados de Madrid. Yo ayudé a fundarla y ahí trabajé con menores de edad que llegaban a España y se encontraban desamparados. Valió mucho la pena y lo recuerdo con especial cariño.

Se despide. En un rato tiene que celebrar una misa. Es su misión, su vocación, su vida. Pequeñas cosas que delatan la grandeza de un espíritu creyente y artista. De nuevo un apretón de manos, el último vistazo a algunos cuadros suyos que retengo en la memoria como un tesoro y un hasta luego dibujado en su cara risueña. Me alejo del gris de la Basílica y me adentro en las arterias del metro de Madrid. Sus palabras aún me resuenan y, sobre todo, esas imágenes tan elegantes y bellas. Pienso que quizás Martín Casado, el padre Julián, quizás no sea sino una alegoría de su propia obra: un trazo limpio en un papel de acuarela inmaculado. O casi.

jueves, 10 de septiembre de 2009

AZIZA BRAHIM “NO SOY UNA PERSONA LIBRE”


Su nombre lo eligió su madre con mucho cuidado. Se lo pensó muy mucho, quizás presagiando lo que aquella niña, que veía la luz en mitad del desierto más inhóspito del mundo, sería capaz de llevar a mil y un rincones del planeta; o quizás sabiendo que era una premonición de lo que la niña encarnaría en el futuro: “Persona querida”.

Persona Querida Brahim es cantante y del Sáhara Occidental. O más bien al revés porque todo, todo cuanto vive y hace, personal y profesionalmente, está determinado por la suerte que le tocó en la cuna: pertenecer a un pueblo al que se le arrebató su tierra hace más de treinta años. Un pueblo que desde que España abandonara su antigua colonia por la puerta de atrás, ajena a los Derechos Humanos y la Libre Determinación de los Pueblos, continúa exiliado en campamentos de refugiados. Un pueblo que sobrevive gracias al nunca suficiente socorro de la comunidad internacional en un pedazo de tierra árida al suroeste de Argelia. Persona Querida, Aziza, canta buscando la paz, susurra melodías de libertad y acurruca con sus cadencias la fiereza de las injusticias. Aziza es la voz del pueblo saharaui. Consigo lleva y desparrama el espíritu de un pueblo que se resiste a yacer olvidado eternamente. En agosto llegará a Herencia a traernos sus mensajes esperanzadores, reivindicativos y hermosos. Aziza es puro talento y humildad. Una persona querida y respetada que habla para El Rondadías sobre su música, sus preocupaciones, sobre su vida.

“La música siempre la he sentido. Desde muy pequeña. Vengo de una familia de artistas: mi abuela era poetisa, mi madre cantaba y a mí desde chiquitita me inculcaron el amor por la música. A los doce o trece años me fui a Cuba y salí, de vuelta a los campamentos, cuando tenía 19”. Ahora Aziza cuenta con treinta y tres años. Ha actuado no solo en España sino en Francia y Alemania, además de en Tinduf, el principal campamento de refugiados saharauis donde nació. Uno se pregunta si no resulta extraño viajar por el mundo y al volver a casa continuar sintiéndose en tierra ajena. “La verdad es que sí. Nosotros los saharauis continuamos exiliados desde que nos echaran de nuestra tierra, el Sáhara Occidental, en 1975. Marruecos sigue ocupando ese territorio ilegalmente y, mientras tanto, vivimos en los campamentos de refugiados. Desde muy pequeña una aprende a sentirse extraña en esa tierra donde nació. Porque mi pueblo fue desplazado de su lugar por intereses políticos y económicos. Por eso siempre resulta extraño volver a Tinduf y no sentirse como en casa porque no somos libres”.

Durante el tiempo de entrevista Aziza pronuncia en muchas ocasiones esa palabra: libertad. Pero en negativo. “Soy una mujer saharaui y no soy libre”. Podría resultar complicado entender esta afirmación tan rotunda, tan sencilla y tan contundente si se teniene en cuenta que Aziza ha viajado por buena parte de Europa y actualmente vive en León. ¿Cómo es posible no sentirse libre en nuestro país donde la libertad de las personas está constitucionalmente garantizada? Una vez más Aziza no es simplemente Aziza, sino la voz del Pueblo Saharaui. “Hasta que el Sáhara Occidental no consiga lo que es justo nosotros no vamos a ser libres”. Y entonces es cuando templa su garganta y alza su voz, para cantar. “Canto por vocación, porque lo llevo en mis venas, porque me gusta. Pero también canto para que no se olviden las injusticias que está sufriendo mi pueblo, tanto en los campos de refugiados, como en los territorios ocupados donde nadie presta atención a la intifada que se está librando. A muchos políticos no les interesa ver lo que está ocurriendo en aquella zona pero eso no impide que nos quedemos mudos”. Es aquí cuando con una pasión en calma, con una cordura en el discurso, muy fluido y elocuente, habla de sus armas, de sus canciones. “En mis letras hablo de lo que he vivido, de lo que le ocurre a mi pueblo, de nuestra situación, pero también hablo de paisajes, de esperanzas y deseos”. Y esparce por donde actúa todas esas vivencias y sentimientos. “Cuando me subo a un escenario me siento bien porque hago lo que quiero hacer y soy consciente de ello. Me siento afortunada. Los saharauis estamos muy limitados técnicamente para desarrollarnos profesionalmente. Simplemente no existen los medios porque vivimos en campamentos de refugiados”. En unos campamentos que fueron concebidos como algo provisional hasta que se resolviera el conflicto. Aunque ya se conoce el dicho: no hay nada más definitivo que lo provisional. “Sinceramente creo que las cosas mejorarían con un Sahara Occidental libre e independiente. El desarrollo profesional encuentra sus límites por la precariedad de medios con la que vivimos. Aunque solo en ese punto, porque culturalmente hay una tradición artística muy rica entre el pueblo saharaui”.

Un fragmento de unos poemas de los jóvenes saharuis Luali y Saleh Abdalahe dice: Las miserias del mundo yacen olvidadas bajo el escombro de los metalenguajes. Parece como si en mitad del ruido político y los aceites untuosos de las diplomacias mundiales se hubiera, efectivamente, sumergido la miseria que soporta el pueblo saharaui: olvidada por todos. “Creo, bueno, no creo sino que estoy segura de que el pueblo español es muy sensible con la cuestión saharaui. La gente de la calle conoce el problema y la injusticia que llevamos viviendo desde hace tantos años, y nos apoya. La prueba de ello es la cantidad de asociaciones de amigos del pueblo saharaui que existen en casi todas las ciudades y en muchísimos pueblos de España. Los españoles no nos han olvidado y continúan prestándonos su ayuda.

Otro ejemplo más es el programa Vacaciones en Paz, mediante el cual cientos de niños saharauis son acogidos por familias españolas en sus casas para pasar un verano lejos de las condiciones que ofrecen los campos de refugiados”. Aziza repasa con cariño los esfuerzos que tanta gente anónima realiza en nuestro país para ayudar a que la cuestión saharaui no se olvide, para ayudar a superar las injusticias a las que se enfrentan diariamente. Aziza pronuncia sus palabras con una mezcla de orgullo y agradecimiento profundo y sincero. Primer fraseado. Comienza la segunda estrofa: “Otra cosa son los políticos. Por intereses políticos o económicos muchas veces dejan de lado y ‘olvidan’ nuestra situación. Eso no es justo porque creo que realmente se podría buscar una solución pacífica entre todas las partes si hubiera realmente voluntad y así podríamos, finalmente, ser libres”.

El Ayuntamiento de Herencia, a través de su Concejalía de Cultura y Festejos, de la que es titular Lola Fernández, pensó en Aziza como un elemento cultural que abrochara los esfuerzos que desde nuestro pueblo se hace con y para el pueblo saharaui, especialmente canalizado a través de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Herencia, encargada de gestionar y coordinar la distribución de los niños saharauis que llegan en julio a nuestra provincia. El quince de agosto, en el marco del festival “Rock Fusion” que se celebrará por tercer año consecutivo en nuestro pueblo, nos embelesará con su estilo y talento la voz saharaui. “Realmente me siento muy agradecida y orgullosa que se piense en mí y cuenten conmigo para actuar y transmitir lo que consigo a través de mi música y de mis canciones. Estoy muy ilusionada de poder subirme al escenario en Herencia en el próximo mes de agosto”. Ese día Aziza Brahim se hará querer cuando en la noche manchega resuenen acordes de guitarras, pulsaciones de tambores y voces de la música saharaui fusionada con el rock, blues, reggae y percusiones del África Occidental. “Hago una mezcla de todo. La música Sarriá es árabe pero también introduzco sonidos africanos ya que el Sáhara Occidental es también África. Y eso se refleja en mi música”. Eso es su música: una suerte de estilo fresco que aúna lo tradicional con los más variados estilos, consiguiendo una frescura única y global. No obstante Aziza ha trabajado con multitud de artistas y bandas muy diferentes como Tahures Zurdos, Astrid, Fito y los Fitipaldis o Mago de Oz.

De Sevilla a Cáceres y Londres, Aziza recorrerá distintos escenarios este verano haciendo parada y fonda en Herencia. ¿Cómo te presentas al pueblo herenciano? “Con el agradecimiento más sincero de que hayan pensado en mí para traer mi música. Me alegra cuando se acuerdan de mí y me hacen partícipe para transmitir el mensaje del pueblo saharaui, a través de las artes y de la música en mi caso. Estoy segura de que vamos a disfrutar todos mucho ese día. Es todo un orgullo comprobar que hay tanta gente que nos apoya realmente y que nos tiene en cuenta”. El discurso de Aziza no es personal, el yo cede terreno al nosotros irremediablemente.

La voz del Sahara calla y medita cuando se le pregunta por su futuro personal y profesional. “No lo sé. Sinceramente no lo sé. Ahora estoy viviendo en León y supongo que continuaré residiendo en España porque lo que tengo que hacer es continuar aprendiendo, formarme y seguir haciendo música. Es el momento de afianzarme y de prolongar mi proyección internacional de mi carrera musical. Porque así, de este modo, podré llevar nuestros mensajes de paz, de libertad a todos los lugares del mundo para que no caigamos en el olvido, para que no se dé de lado a esta situación injusta en la que vive mi pueblo y de la que tenemos que salir cuanto antes”. Definitivamente Aziza vincula su futuro personal y personal a la suerte del Sahara Occidental “No puedo dejar de lado a mi pueblo. Espero y deseo llegar a ser libres y regresar al territorio ocupado por Marruecos, abandonar los campos de refugiados. Por ahora vivo en León, pero no sé qué pasará en el futuro. Desde luego mi futuro depende del Sahara Occidental”.

Para más información sobre la música y discografía de Aziza Brahim, así como los conciertos previstos y datos biográficos puede consultarse su blog personal en la siguiente dirección de Internet: http://aziza-brahim.blogspot.com/

lunes, 1 de junio de 2009

Luis Martínez-Calcerrada Gómez: "HAY QUE CREER EN LA JUSTICIA POR EGOÍSMO"



Después de haber hablado por teléfono en varias ocasiones y barajar distintas posibilidades de fechas y lugares para la entrevista, coincidimos en una tarde de primavera en su despacho de Herencia. Llegamos a la hora acordada y aun esperamos un rato a que aparezca porque, según nos cuenta su secretaria, ha tenido que salir al campo en el último momento. Aparece jovial, pese a tener 75 años y un cabello plateado, con espíritu alegre, sin corbatas, trajes ni boatos. Transpira afabilidad, sencillez, llegando incluso a mostrar ciertas aristas campechanas lo que confunde al periodista que ante una pregunta trivial responde: “donde quieras”. Inmediatamente emerge de aquella imagen pueblerina la persona que realmente es y las exigencias que lo definen: “¿cómo que donde quieras? Soy tres veces Excelentísimo: por Magistrado del Tribunal Supremo, por Catedrático de Derecho Civil y por pertenecer a la Real Academia de Doctores”. Toma ya. Primera lección antes incluso de empezar. Algo lógico para alguien acostumbrado a enseñar en las aulas y en conferencias internacionales y habituado no solo al fondo, sino a las formas. A fin de cuentas quien tuvo retuvo, y la autoridad se demuestra andando; o poniendo cada cosa en su sitio. Como en un juicio continuo. Como la vida misma.

El apellido compuesto, Martínez-Calcerrada, resulta muy herenciano. ¿Orgulloso de ser de donde es?
Para mí el nombre de Herencia es entrañablemente sentido. Hace casi treinta años escribí Herencia vista por un herenciano ejerciente. El título era significativo puesto que se trataba de una persona que aunque no vivía en Herencia se sentía herenciano ejerciente, herenciano activo. De todos los pocos o muchos nombramientos que a lo largo de mi historia profesional he asumido del que más me enorgullezco y llevo a gala es ser Hijo Predilecto de Herencia. Me apena mucho que, por ejemplo, los queseros de la localidad no se hayan unido en cooperativa para explotar y exportar el nombre y la buena fama del queso manchego de Herencia.Ya me gustaría estar más tiempo aquí, pero tengo otras muchas pocas cosas que también tengo que atender. Cuando me voy del pueblo lo hago con gran sentimiento. Mis mejores amigos del pueblo son de una generación ya mayor y me conduele mucho ver cómo todos nos vamos cargando de años. Tenemos una peña gastronómica, “Los Sanchos”, y nos reunimos periódicamente en “El Casino”, del que soy socio de honor. Este tipo de títulos, aunque modestos, porque todos manan de un lugar tan popular y tan poco conocido como Herencia , constituyen un auténtico orgullo para mí.

¿Cómo una persona que nace en mitad de La Mancha, en un pueblo dejado de la mano de Dios en aquellos años, se convierte en Magistrado del Tribunal Supremo y no perece en el intento?
En la vida las personas se hacen, y en el libro “Herencia. Autobiografía y pueblo” se esboza un poco mi trayectoria vital. Todo ocurre porque tuve la suerte de coincidir con un maestro ejemplar, don Emilio García Ponte. Un hombre austerísimo, sobrio, y con una trayectoria lamentable. Exiliado de Lorca, fue objeto de una depuración por cuestiones políticas. En aquella época la mayor parte de los maestros de enseñanza primaria eran de izquierdas y republicanos. Aquel hombre me inculcó el estudio e incluso me impartía clases particulares hasta que ya en cuarto curso de Bachiller le dijo a mi padre: “mire usted don Telesforo, yo ya no puedo seguir dándole clases a su hijo porque yo no se latín”. Era un ejemplo de honestidad, porque había otros maestros que sabían menos y lo hacían.

En este momento recuerda con una extraña mezcla de melancolía, orgullo, satisfacción y agradecimiento toda su trayectoria académica y profesional. Llevados de las manos de sus memorias nos transporta al colegio interno de Valdepeñas y a Madrid donde terminó el séptimo curso. Con una cadencia en su voz, que casi parece un conjuro o un encantamiento, habla del momento decisivo en que opta por opositar a judicatura. “Mi padre quería que hubiera hecho las oposiciones de notario, pero me asusté un poco porque eran muy difíciles”. Y brotan de sus labios palabras como esfuerzo. Finalmente, la satisfacción de ser el número dos de la promoción, y el inicio de la carrera judicial: primero con la magistratura de trabajo en Ávila, salpicada de anécdotas: “Allí estaba yo cuando ocurren los sucesos del 23F. Tenía como secretaría (durante tres años) a María Teresa Fernández de la Vega [actual Vicepresidenta de Gobierno]. Al día siguiente teníamos que ir a Ávila, pero ella no se atrevía a ir por cómo estaban las cosas, y yo le dije, no, no, Teresina, vente tú conmigo que no te va a ocurrir nada”.

Son muchos años impartiendo justicia, algo de vocación habrá que tener para estar en esto tanto tiempo…
Sí, sí. También tengo una gran vocación de jurista. Soy una persona tan extremista que si yo fuera alguien en este mundo, metafóricamente hablando, diría que todos deberían saber inglés y tener la carrera de Derecho. Sin inglés no se puede ir a ningún sitio. Lamentablemente yo no sé inglés. En cuanto al Derecho hay que decir que es la carrera que da más cultura, más humanidad, más sociología, más defensa de la legalidad. Si escuchas hablar a un jurista te das cuenta de que tiene un sentido especial, domina las metáforas, los conceptos, los relatos. A veces parecen pedagogos, retóricos. Aunque quiero decir que uno no nace, sino que se va haciendo. Después de quince años en la Sala Primera de lo Civil del Tribunal Supremo me jubilé, de esto hace ya cinco años, y no quise quedarme de emérito. Tengo muchas pocas cosas familiares que quiero atender y me absorben mucho tiempo. Soy una persona muy versátil y cuando estoy en un sitio me entrego totalmente a él. Ahora tengo el aliciente de venir a mi pueblo y a una finca que tengo en Guadalajara, que es mi refugio durante los fines de semana.

¿Cree en la Justicia?
[La pregunta le descoloca por momentos. Se revuelve en su sillón, suspira, medita rápidamente, sonríe y responde]. Más que creer en la justicia, tengo que creer en la justicia. Porque es el último asidero que tiene la persona para vivir con un mínimo de seguridad. Si uno no cree en la justicia ni en los jueces, ¿en qué va a creer? Uno tiene por necesidad que creer en los jueces, que por lo normal son personas honestas. Se pueden equivocar porque son seres humanos, pueden tener defectos, pero por lo general hay que creer en la justicia y en la honradez de los jueces, lo cual no quita que haya excepciones.

Hay quien dice que la justicia funciona mal.
Es una opinión generalizada que la justicia no funciona, sobre todo porque tiene un mal endémico que es el retraso en resolver los procedimientos judiciales. Tales defectos pueden imputárselos a varias causas: la dificultad de los procedimientos, el entresijo de los trámites judiciales, y la falta de medios. Sin embargo puedo asegurar que en cualquier órgano judicial, si el titular funciona, el órgano funciona. Cuando en un establecimiento, en un servicio, en un organismo, no funcionan las cosas, el que falla es el jefe. En los juzgados que he estado lo primero que hacía era pintar todas las dependencias del juzgado, y hacer unos aseos nuevos y poner letreros, o sea, cuidar la imagen. Yo es que soy un poco elitista o detallista, con perdón de la petulancia, pero para mí los detalles son muy importantes. También hay una causa muy importante que se oculta y que origina el retraso de la justicia: normalmente en todo juicio o procedimiento judicial hay una parte que le interesa la celeridad y otra parte que le interesa la dilación. De todos modos, en definitiva, hay que creer por egoísmo en la justicia.

¿Qué es la Justicia?
Podría decirte la definición de Ulpiano: suum cuique tribuendi, dar a cada uno lo suyo.

¿Con la legislación actual es posible dar a cada uno lo suyo?
Salvo leyes que tienen una connotación ideológica, política o religiosa, en la que puede haber dispares criterios de valoración y que influyen en el cuadro axiológico de valores de las personas, normalmente si se aplican rectamente las leyes se obtendrá una buena justicia. Eso si el juez también actúa como un buen juez.

¿La justicia está politizada o puede estarlo?
La pregunta es de profundo calado. En principio hay que decir que la justicia no está politizada. Lo que pasa es que lamentablemente hay una realidad casi ontológica, y es que el juez es una persona humana y tiene sus propias ideas. El juez de izquierdas puede ser tan buen juez como uno de derechas, pero sin embargo, ante un problema que tenga un precipitado político, es muy difícil que se sustraiga a su propio círculo de valores. Por ejemplo, un juez de derechas ante un tema de aborto pues procurará restringir la aplicación de la ley permisiva y un ley de izquierdas no. En el buen juez influye mucho sus circunstancias personales, familiares, psicológicas, y físicas. Un juez rico no emite una misma justicia que un juez pobre, aunque todos apliquen la misma ley [aquí matiza sus palabras, que no hay que tomarlas en el sentido literal sino desde el punto de vista de sus circunstancias sociales y personales]. No todos los jueces son iguales, pero un juez debe de ser celoso cumplidor de la legalidad y procurar eludir en lo posible esos resortes de su personalidad. Con respecto a los altos organismos lamentablemente existen unas adscripciones de los jueces y magistrados a las distintas asociaciones de jueces. Hay una asociación progresista, Jueces por la Democracia, y una asociación conservadora, la Asociación de la Magistratura. Entonces es muy difícil designar que ambos van a fallar exactamente igual ante un tema polémico.

Habiendo tenido un padre alcalde, ¿nunca ha tenido la tentación de dedicarse a la política?
Hubo gente que me intento inculcar una vocación política. A mí me gusta mucho la retórica y la oratoria. He impartido muchas conferencias, y todavía hoy lo hago, pero sin embargo yo soy un hombre inflexible. No creo que sea tan dúctil como creo que a veces el político tiene que acomodarse a las circunstancias propias de la situación que tenga o de los medios con los que cuente. Me ha gustado la política a nivel didáctico-cultural, pero no a nivel operativo.

¿Y qué le parece que un juez aparque su carrera judicial para dedicarse a la política y luego vuelva de nuevo a su carrera judicial?
Me parece verdaderamente lamentable. Creo que un juez tránsfuga no es un buen juez en general.

¿Usted cómo ha administrado Justicia?
Siempre presumo de ser un juez que nunca ha puesto una sentencia fuera de plazo porque siempre he sido muy autoexigente, y me guío por tres reglas de conducta. El hombre para triunfar en cualquier actividad tiene que cumplir tres máximas de conducta: primera, cuidar los detalles; segunda, lo pendiente hazlo ayer; y tercera, piensa que de cualquier asunto el otro sabe como mínimo igual que tú. A parte de eso, creo que he puesto sentencias dignas y meritorias, aunque la más satisfactoria de mi luenga carrera fue una cuando era magistrado de Trabajo en Madrid. Me di cuenta de que los enfrentados eran hermanos. Entonces le dije a los abogados que aquello era una vergüenza. Desalojé la sala, les dije que me negaba a poner una sentencia y que había que llegar a un acuerdo conciliatorio como fuera. Al final lo conseguí. Antes de empezar el siguiente juicio llamaron a la puerta y eran los hermanos. Creía que iban a decirme que los había coaccionado, cosa que era cierta, y sin embargo me dieron las gracias porque no solo habían llegado a un acuerdo sino que también se habían arreglado las familias que estaban afuera llorando y abrazándose. Eso me causó una satisfacción tremenda. Mucho mayor que cualquier sentencia que hubiera hecho con las aportaciones del derecho romano.

viernes, 1 de mayo de 2009

Entrevista a JOSÉ HIGUERAS, el pintor de la luz.


"UN BUEN PINTOR PUEDE SER UN GRAN PINTOR Y UN DIBUJANTE MEDIOCRE"




Quizás si preguntáramos en las calles de Herencia por José Higueras no sabrían decir quién es ni dónde vive. Quizás alguien lo relacionaría con el nombre de un certamen de pintura rápida que se celebra anualmente en el pueblo con motivo de la feria, o incluso quizás pudieran saber que es el dorador del retablo del Convento. Podría ser que, además, haya quien sepa que vive junto con su mujer Higorca en este lugar de La Mancha desde hace algunos años. Si esa misma pregunta se formulara en Tokio, o en Bélgica, o en la entrada de la Fundación Taylor en París, sin duda responderían: “Es el pintor de la luz”. Y es que José Higueras, hombre de carácter tranquilo, acogedor en su voz y afable en el trato, no cae en la arrogancia del vulgar, ni en la impostación del inseguro. No se vocifera por entre sus vecinos sus virtudes y logros. Su pintura habla por él, que huye del pecado tan extendido del autobombo y altanería a la que tantos otros (artistas, políticos o don nadie) nos tienen acostumbrados por desgracia. “Yo me sorprendí cuando leí críticas en los periódicos de Francia y Bélgica en las que me llamaban `el pintor de la luz´. Es algo que me han atribuido otros, pero con lo que me siento totalmente identificado”. Pero de eso se dio cuenta tiempo después cuando él mismo revisó y estudió su propia obra y cayó en la cuenta de que aquellos críticos ciertamente algo de razón llevaban. “Hay cosas que se llevan dentro, que uno no se da cuenta. Más tarde, conforme vas creciendo, te percatas de qué es lo que más sientes o lo que más se adapta a tus aptitudes”. Y José Higueras, poco a poco, fue corroborando que lo que más se adaptaba a sus aptitudes era la pintura. La pintura y solo la pintura. “Tengo necesidad de pintar. Yo lo considero como si fuera una enfermedad, pero en el sentido en que el antídoto contra esa enfermedad es precisamente pintar. Cuando pintas te liberas del mundo y te encuentras en otro distinto. Te olvidas incluso de comer. Creo que eso se lleva dentro”.

Higueras empezó a pintar desde muy niño. Aquella necesidad le brotó del alma, aunque fue su tío quien encauzó ese torrente de arte enseñándole las primeras técnicas. Era tal la pasión que sentía que aquello cruzó el límite de la afición, hasta el punto de convertir la pintura en su profesión: “A mí la pintura me ha dado de comer porque me he dedicado a esto. El que lo lleva dentro lucha por todos los medios por llegar a conseguir el encontrarse en ese ambiente. Quien lo tiene por hobby no se sacrifica. Y es que hay muchas épocas en las que es un auténtico sacrificio el dedicarte verdaderamente a lo que sientes. Esa es la diferencia entre una persona aficionada y la que lo lleva dentro de verdad. Yo he tenido momentos duros en los que, pese a todo, he preferido seguir pintando”. Porque los principios siempre cuestan, mucho más cuando el artista aún no ha sido reconocido y no se le atribuye el valor que posee. Sin embargo cabe preguntarse ¿cómo se consigue ese reconocimiento? ¿Son los críticos quienes dan valor a la obra o es la propia obra de arte la que posee un valor intrínseco desde un primer momento? “Las dos cosas. Influye la valoración que te den del agrado que tenga la obra y luego la obra que la valoren como más o menos buena. Ha habido obra muy buena en el mundo y que no ha estado reconocida hasta mucho después de morir el artista, como por ejemplo el caso de Vermeer o de otros muchos. En ese aspecto he tenido paso a paso un poco de suerte porque han ido reconociendo la obra. La prueba la he tenido en los premios y galardones que me han dado”. En este punto Higorca, la esposa de Higueras, interrumpe sin poder remediárselo: “Tú no juzgas tu obra, te la juzgan a través de críticos, pero no cualquier crítico, sino de peso internacional. Una obra no está valorada hasta que no lo está internacionalmente”. Definitivamente el tiempo es el que pone cada cosa en su sitio. Los vaivenes profesionales suelen ser tan inevitables como los emocionales. De los primeros, la mejor parte la describe el pintor: “La época más fuerte dentro de mi trayectoria ha sido en los años noventa que fue cuando nos movimos mucho más. Hemos participado en certámenes y en cosas en el extranjero”. Habla en plural. Porque nunca deja de lado a su esposa con la que comparte su pasión por el buen yantar, las tertulias, el mundo artístico-cultural y, como no, la pintura. De los vaivenes emocionales también ha pasado por la experiencia en varias ocasiones. “Por cuestiones sentimentales me encontraba que era incapaz de dar color y eso que soy una persona que tiene facilidad para ello. Me salía una época que yo la llamé época gris. Todos los cuadros eran grises. Le comentaba a Higorca: “Higorca aquí no sacamos cabeza porque a esto no hay manera de meterle color”. Estuve así unos dos años. Y curiosamente ha sido la serie de unos 50 cuadros que mejor he vendido en mi vida”. Incluso la salud ha jugado un papel relevante, al menos en su técnica, ya que hasta antes de verse sometido a un complejo proceso médico su ámbito era el óleo. “Cuando caí enfermo no tenía mucho tiempo para pintar, tan solo una o dos horas, y con el óleo era incapaz, así que empecé a pintar acuarela. Además yo siempre he tenido en mi mente a los grandes maestros antiguos que dejaban la técnica de la acuarela para el final de su trayectoria. ¿Por qué? Muy sencillo: porque se pierde vista, que es la base principal, y mediante la acuarela se puede expresar todo perfectamente, por ser más mancha y menos detalle”.

Los lienzos de Higueras soportan diferentes motivos: paisajes, retratos, alegorías, pero sobre todo, lo que quizás pueda definir la obra del pintor de la luz sean los bodegones, las naturalezas muertas. “Tengo de todo, pero siempre hay un tema en el que te encuentras más a gusto. Porque cuanto más estudias una cosa, más información recibes, y más información puedes transmitir. Entre lo que ve el ojo, lo que retiene la mente y lo que esta transmite a la mano, son tres mundos totalmente distintos y distancias abismales. O sea, la información que tu puedas ver y darle al cerebro, a lo mejor luego es un 5% lo que puedes transmitir. Es cierto que me considero más a gusto en el bodegón, pero luego todo es muy relativo porque he estado en sitios donde la parte de mi obra que más han valorado ha sido el paisaje”. No obstante, pese a tocar diversas temáticas, hay un hecho indiscutible y es que Higueras no pinta sobre lo que sucede en la sociedad. En su obra no hay ni una pincelada del mundo actual, de tantos temas que a los ciudadanos de hoy en día les preocupan, muy lejos de lo que, por ejemplo, Picasso hiciera en su día con su gran obra “El Guernica”. “La verdad es que nunca me ha atraído. He preferido quedarme al margen, de las temáticas sociales, bueno si, hay artistas que lo prefieren, pero yo de eso no me he preocupado, porque considero que una vez que la obra está hecha es exactamente igual que haya una corriente social o que haya otra. La obra es la misma”. Inmutable en el tiempo. Como son las obras maestras: ajenas a las corrientes, modas o preocupaciones sociales coyunturales. Sin embargo lo que parece mantenerse inalterado es una perenne pregunta dicotómica: ¿qué es más importante: el dibujo o el color? “Son dos cosas distintas pero que van unidas. Un buen pintor puede ser; un gran pintor y un dibujante mediocre. Y puede ser un gran dibujante y un pintor mediocre. Ahora si se unen las dos, entonces salen los genios, pero en fin, yo no me considero en ese término”. Y sin embargo, sin considerarse un genio, José Higueras es reconocido internacionalmente. Aunque en su tierra parezca no ser profeta, puesto que no es que se le reconozca sino que a menudo pasa desapercibido. Lleva ya 12 años viviendo en Herencia. Pudiendo saborear las mieles del éxito en la ciudad de la luz. Este pintor de la luz prefiere disfrutar de las llanuras manchegas. “Siempre he llevado mi tierra por bandera. Me encuentro muy a gusto en Herencia. Vivo muy tranquilo y estoy muy agradecido al pueblo. Aquí la gente me respeta, por lo que estoy muy agradecido. No es lo más importante ser profeta en tu tierra, sino encontrarte a gusto y ver que la gente te aprecia y te respeta”. Aunque nació en Camuñas, vivió muchos años en el Pirineo catalán, pasó por las calles de Montmatre en París y después de varias ciudades y medio mundo terminó en una acogedora casa repleta de cuadros suyos y de Higorca y de algunos amigos suyos, en Herencia. La vida parece jugar a las sorpresas. “Yo seguramente no hubiera vuelto nunca. Pero a veces en la vida de una persona suceden circunstancias ajenas a los pensamientos que ella tiene. Vine aquí a raíz de la muerte de mi madre. Me di cuenta de que llevaba todo el tiempo pintando fuera y que no había pintado mi tierra”. Y así, con el afán de cumplir las ilusiones de su madre, se vino a pintar a su mancha, aunque no a su pueblo natal, sino a 10 kilómetros de distancia. La razón: “Vinieron a buscarme porque Jesús Madero se jubilaba y no podían tenerlo en nómina en el Ayuntamiento. Así que aterricé en la Universidad Popular. Fueron dos años, y lo dejé porque consideraba que tenía que moverme más fuera. Ese fue el único motivo por el que vine a Herencia. Si él hubiera podido seguir yo nunca hubiera venido a impartir clases. Después salió lo del convento y bueno pues luego ya nos encontramos muy a gusto aquí”. Precisamente por haber trabajado algún tiempo en la Universidad Popular, enseñando a pintar, conoce muy de cerca las posibilidades reales que existen en el pueblo para desarrollarse artísticamente. “Considero que para los principios hay suficiente en el pueblo, pero lo que pasa es que todo son hábitos. Entonces depende de cómo impliques la corriente de los cursos para que sea más o menos factible. Cuando vine me encontré que llevaba muchos años la Universidad Popular, pero no había ninguna persona, ni niños ni mayores, que fueran capaces de hacer un cuadro ellos solos. ¿Por qué? Pues porque la enseñanza que habían tenido (que yo no digo que fuese mala) desde mi punto de vista no era la correcta. Llevamos 26 años de Universidad Popular y es lamentable que un premio infantil o juvenil tenga que venir una persona de fuera, porque del pueblo no se presenta nadie. Una persona se puede iniciar en el pueblo e incluso se puede valorar, pero luego tiene que salir y seguir aprendiendo”.

Higueras, el pintor de la luz. Toda una vida dedicada en cuerpo y alma a la pintura. Toda una vida plasmada en lienzos. Muchos de ellos repartidos por lo ancho y largo de la faz de la tierra: desde la Casa Real, a los más prestigiosos museos. Una vasta obra que en buena parte aún posee. En el otoño de su vida se plantea ¿qué será de su legado?: “Tenemos gran cantidad de obra, nuestra y de otros compañeros. Nuestra gran ilusión sería que toda la obra se quedara junta en La Mancha. Podríamos ponerla en otros lugares, sobre todo en Francia donde ya me lo han propuesto. Pero siempre he visto mal que un artista español haya dejado la obra en el extranjero. Lo que no sabemos como podría materializarse eso. Podría ser bien en museo, en fundación o algo similar, pero ahí han de intervenir otras personas. Las instituciones son las que tienen que hacerse cargo. La obra no está ya en Francia porque no quiero. Sería una ilusión grande para nosotros que se quedara en Herencia porque me he encontrado muy a gusto aquí estos años”.

lunes, 9 de febrero de 2009

LOS PELENDENGUES: "“EL CARNAVAL DE HERENCIA ES COMO UN GORRINO: TODO ESTÁ BUENO, HASTA LOS ANDARES"”


Surgieron de la nada. Se inventaron a ellos mismos para divertir y divertirse. Sin más pretensión que la jarana, sin más ayuda que sus imaginaciones, sin red y con triple salto mortal Los Pelendengues se presentaron en la inauguración que Al-MaAncha preparó en 1997. Desde entonces sus chirigotas son esperadas e imprescindibles cada viernes de Carnaval. Este año, además, acudirán al concurso oficial de chirigotas de Cádiz. El Rondadías se cuela en una de sus fiestas a un mes de su actuación, el 2 de febrero, en el teatro gaditano Manuel de Falla. Afuera hace frío y todo está blanco de nieve. Luis, Núñez, Nico, Nasser, Fontecha, José Juan, Ángel, Carlos Bombo, Mimi, Carlos Javier, Churri, Guiller, el Gato y Eugenio no son una pandilla de amigos sino una agrupación bien avenida, unidos por el gusto por el carnaval. La guitarra resuena al entrar, la alegría se palpa, los ánimos están calientes. Revuelo general, comienza la charla, hay momentos en que se pisan, pero se escuchan, se complementan, incluso contestan al unísono. Hay armonía, ritmo, sonoridad, dobles voces, colorido. Empieza el espectáculo.

En Herencia nunca ha habido tradición de chirigotas. ¿Cómo nace la idea de crear una en el pueblo?
Nos juntamos tres energúmenos que no teníamos otra cosa mejor que hacer y decidimos hacer algo que rompiera con la tradición del carnaval de Herencia. Había cantidad de asociaciones, de agrupaciones, mucha carroza, mucha máscara,… pero nosotros pretendíamos darle un aliciente más al carnaval. Algo distinto. Era un poco copiar las Chirigotas de Cádiz para darle un poco más de aliciente al carnaval. Lo único que queríamos era pasárnoslos bien.

Hoy en día no se concibe una inauguración del Carnaval sin vuestra actuación. ¿Tenéis miedo a defraudar?
No, no. Miedo nunca. Lo que sí sentimos es tener mucha responsabilidad. No copiamos a nadie: tenemos nuestro propio letrista, gente que saca la música, y ello supone un desafío cada año. Sabemos que Herencia en pleno está esperando ese día y tratamos de no defraudar. Nos esmeramos al máximo. Está claro que siempre va a ver alguna crítica. Tampoco es algo negativo porque significa que la gente ha estado pendiente y que nos ha escuchado. Lo peor para alguien es el silencio, o que no se hable de ello. En el momento en que halla alguna crítica se convierte en un nuevo reto para el año siguiente. Lo que sí es cierto es que la gente aquí en Herencia lo que espera es carnaza.

¿Y la dais?
No ha sido nuestro estilo ni lo será. La gente espera que se digan las cosas muy claras. Pero el estilo de nuestro letrista Nasser en estos años ha sido más sutil: dice lo mismo pero da más vuelta para llegar a ello, con más elegancia. La Chirigota, cuando se trata de temas del pueblo, lo único que hace es poner en boca propia lo que todo el mundo ha estado hablando a lo largo de ese año. No decimos nada que no se sepa. Nos hacemos eco de los cotilleos y les damos un toque de humor porque de eso hay que reírse un poquito: de la crítica, de lo que sucede. El carnaval es para eso.

También parece que os pone meteros con asuntos políticos…
Desde el punto de vista de cualquier chirigota no hay ningún repertorio que se entienda sin meter caña al gobierno o al alcalde de turno. A lo largo de los años es una cosa que hemos recogido y lo hemos reflejado. Siempre desde el cachondeo y sin ir más lejos de una mera crítica con humor.


Además de ser imprescindibles los viernes de carnaval en Herencia, Los Pelendengues también son conocidos en localidades ¿Qué pócima secreta tenéis para vuestro éxito?
Conforme hemos ido cantando la gente nos ha ido conociendo y nos han ido llamando de otros pueblos para distintos certámenes de chirigotas o grupos carnavaleros. Las cosas llegan y generalmente uno no se las espera. La verdad es que ahora tenemos incluso que rechazar algunas invitaciones porque nos coinciden con otras actuaciones o con el carnaval de Herencia. Nos preparamos para nuestro carnaval y ya está. Lo que venga después, pues bien, pero es que carnaval son quince días.

¿Cómo preparáis vuestras actuaciones?
Lo principal es el sacar el vestuario, el tipo que se llama. Teniendo esto se puede dar forma a lo que se quiera hacer. Tanto la presentación como el popurrí y el estribillo tienen que ir acorde con el tipo creado. Las canciones, los pasodobles, el cuplé, no tienen por que tener nada que ver con ese tipo, aunque sí una parte del repertorio. Lo importante en el carnaval es el personaje y a partir de él se crea el resto. Lo primordial no es el disfraz sino la historia que creas entorno al personaje. Esto es lo que da juego para poder adaptar ciertas cosas a los trajes, a las letras, al personaje.


En Los Pelendengues no hay ninguna mujer ¿Sois misóginos, o simplemente no hay quien os aguante?
La pregunta les coge por sorpresa y ríen, se mueven y disparan frases en tono jocoso por doquier: “Es que las mujeres las usamos para otras cosas”. Más carcajadas, más risas. Intentan recomponer la compostura y soltar alguna respuesta algo más seria. Se arranca uno de ellos con semblante circunspecto: “No, a ver, por tradición habitualmente las chirigotas son solo de chicos solos y si hubieran chicas no funcionarían” Las risas no cesan, se nota que llevan toda la tarde de juerga, el ambiente es distendido, se trata del carnaval a fin de cuentas y juegan en casa. Son colegas y les gusta divertirse, ¿por qué diablos habría que estar tan serio? Continúan las reacciones y cada vez que habla uno parece que la respuesta sólida y formal está al llegar: “En un principio, la gente que iniciamos la chirigota pensamos en ello. Era un tema muy serio. Nos preguntábamos si solo chicos o un grupo mixto. La decisión final fue que si lo hacíamos mixto tenía que ser con nuestras propias mujeres, porque claro con la de otros sería muy fuerte” Parece que la jarana les desbordada, la risa contagiosa no deja tranquilo a ninguno de los presentes. Continúan: “Y a nuestras propias mujeres estábamos hartos de tenerlas en casa. En cierta manera era una forma de salir y estar un rato con los amigos haciendo algo distinto. Si metíamos mujeres que no fueran las nuestras propias iba a ser el follón padre así que para no tener ningún problema decidimos que fuéramos chicos solo. Aunque las mujeres son importantes para la chirigota evidentemente. Nos apoyan, nos acompañan y están con nosotros en nuestras fiestas”

Los Pelendengues es la primera agrupación manchega que participa en el concurso oficial de chirigotas de Cádiz en el teatro Falla. Acudís con el espectáculo “y llegaron los de La Mancha…” ¿Qué se os ha perdido en Cádiz que no encontréis aquí?
De nuevo templan las cuerdas, afinan las guitarras espontáneamente. De nuevo lluvia de respuestas: “Gaditanas”. De nuevo las risas. “Yo me dejé allí las llaves el otro día, la verdad”. De nuevo se ve al grupo, esos Pelendengues bromistas, tranquilos, pícaros, diversos. De nuevo más voces: “Para nosotros nuestro pueblo es lo primero y más que nada en carnaval. No salimos a otro sitio mientras sea el carnaval de Herencia, pero también es verdad que cuando empezamos nuestro referente era el carnaval de Cádiz y para un chirigotero la meta o el fin es el poder cantar o actuar allí. Nos costó tomar la decisión pero vamos a cumplir un sueño que teníamos, una ilusión. Después vendremos a Herencia y vamos a cantar como todos los años.

Y para sufragar los gastos del viaje os sacasteis de la chistera un calendario en el que aparecíais semidesnudos…
Además de la ilusión e incrementar los ensayos para llegar al nivel exigido, para ir a Cádiz lo que hace falta son cuartos. Y como algunos ya teníamos ganas de desnudarnos, siendo muy originales, pensamos hacer unos calendarios de ese estilo. Es que necesitamos financiación. Creíamos que las empresas más fuertes de Herencia nos ayudarían y lo cierto es que hasta ahora no lo han hecho. Es cierto que el ayuntamiento sí nos apoya, como todos los años. Nos paga el viaje, pero además están los trajes, el dormir, el forillo que le llaman allí ellos al decorado y el telón. Todo eso supone un presupuesto de unos 7.000 euros. Eso si solo vamos una vez porque como se nos ocurra hacerlo bien y tengamos que ir en más ocasiones, pues más pasta.

¿Qué es lo peor y lo mejor del carnaval herenciano?
El baúl de la abuela es lo que se echa de menos. Falta la máscara de la calle y es ahí mismo donde está el carnaval. Ese es el motivo de que Los Pelendengues bajemos el domingo a tomar las cañas, para ambientar, y la mayoría de los años disfrutamos más que el viernes, porque es en las plazas, en la calle, con la gente, donde de verdad se lo pasa bien uno y disfruta. Pero el carnaval se ha ido transformando poquito a poco. La culpa la tenemos las propias asociaciones y agrupaciones. Es una degeneración que se trabaje tanto en un traje para salir solo y exclusivamente hora y media el martes del Ofertorio. Antes esa gente se vestía de máscaro. Pero ahora en vez de coger la ropa del baúl te pones el disfraz del año anterior y se van perdiendo tradiciones. Es una evolución peligrosa. También es porque se nos impone, y entramos más al trapo, el tema del concurso.
Cuando la gente tiene su meta en el dinero resulta peligroso. Es triste que el carnaval, que es meramente para divertirse, se transforme en un asunto económico. Cuando se dice voy a hacerme un traje para ganar dinero, entonces se pierde la esencia y se entra en la dinámica de lo que es el concurso. Si una agrupación lleva como meta el dinero es el fin.
De todos modos, el carnaval de Herencia es como un gorrino: está todo bueno, hasta los andares. Es un carnaval para todos, todo pasa, todo vale sin llegar a molestar. Hay buen rollito. No hay ningún pueblo de alrededor en el que la gente, no solo los jóvenes, sino todo el mundo esté los cuatro días que dura el carnaval involucrados tanto de día como de noche, incluso personas mayores que no salen el resto del año a la calle. Eso es lo bonito y lo hace diferente al resto, y no nos lo quita nadie.

jueves, 1 de enero de 2009

“Herencia no tiene todavía la entidad cultural que le corresponde”

Entrevista a José Almodóvar Romero

Llegamos una mañana de domingo, a las once en punto, a una casa que ya dejó atrás el olor a café, y que permanece limpia y acogedora. Nos recibe en un salón pulcro, sin más abalorios que un mapamundi en blanco y negro, algunos adornos morfológicos, un televisor desnudo y una estantería repleta de libros. Nos sentamos al calor del brasero, arropados por unas sayas en una mesita cubierta de revistas de Historia. El maestro decano de Herencia, con el permiso de su esposa que lleva el mismo tiempo impartiendo lecciones ininterrumpidamente en el pueblo, treinta y siete, habla sosegado a sus antiguos alumnos. Con una voz no impostada, serena, como el de las personas sabias que además de estudiar lo que se escribe en los libros ha experimentado en carnes propias lo que la vida significa. Si es que significa algo.

- Si la gente no nos miente, tu eras el maestro Don José. Algunos te conocemos como Pepe. ¿Dónde se quedó el “don”?

Yo siempre digo una cosa. Que los padres me llaman don José y los hijos, Pepe. El don se perdió con la Reforma, allá por los años 80, cuando la Transición nos convirtió a todos en iguales. Antes se enseñaba más y mejor. La escuela era una institución disciplinada: en el orden de entrada, de salida, en la estancia en el comportamiento. Había cierto orden y eso es bueno porque te forma para la vida. Ahora eso se ha perdido absolutamente. Si hay forma de controlarlo, no lo sé. La vida en los centros es descontrolada, llena de problemas de convivencia que antes no existían. Problemas entre los propios alumnos (peleas, agresiones) que antes los profesores cortaban de raíz. Problemas también entre los profesores y alumnos. Conflictos de convivencia. Evidentemente ahora hay cosas que son mejores. La más importante es que la enseñanza secundaria obligatoria es hasta los 16 años y ese es un avance social importante. La peor, es que los alumnos saben menos y eso es grave, muy grave. Los hijos son más ignorantes que los padres. Los conocimientos y los hábitos son inferiores, habiendo como hay más medios.

- Quizás es cierto eso que dicen que cualquier tiempo pasado nos parece mejor.

Eso lo decía Jorge Manrique. En cierto modo es verdad porque tú eras mejor antes; eras más joven, más fuerte,… no te veías tan vulnerable y tan indefenso como ahora, porque eso es la vejez: la indefensión y la vulnerabilidad. Por eso quizás todos tenemos la propensión a creer que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero porque tú te encontrabas mejor. Pero no. Sin embargo, sí es cierto que en ese aspecto la enseñanza ha perdido. Ahora es todo muy ramplón, en cierta manera agresivo. El ambiente que hay en los institutos es agresivo. Hay una tirantez que flota entre los profesores y alumnos. Hay profesores que pasan miedo, no en Herencia, pero eso existe. Hoy en día tienes que ser una persona fuerte de carácter para ser profesor y no debería de ser así. Si eres una persona buena, amable, benévola estás perdido. Para esta profesión no vale cualquiera. Aunque hay que decir que el centro de Herencia es pequeño donde todo el mundo se conoce. Éste no es un Instituto especialmente conflictivo. Sí va habiendo conflictos que antes no existían. Pero es un sitio todavía moderado. Aquí tenemos la ventaja que conocemos a los chicos, y a los padres y algunos fueron alumnos míos. Y eso evita muchas cosas. Yo con los chicos no tengo ningún problema. Eso es la ventaja de estar en un pueblo.

- Además de maestro, a ti te gusta el Arte. Incluso has escrito un libro sobre las pinturas rupestres de “La Rendija”.

A mí me gusta la Prehistoria. Yo siempre lo digo: a partir del año 500 antes de Cristo ya no me interesa nada (risas). No sé por qué. Supongo que es como todas las pasiones. Me gusta la Prehistoria y cuanto más antigua, mejor. Ahora me dedico a buscar útiles del Achelense y Musteliense, no en Herencia sino en otros sitios. Lo de “La Rendija” no es un libro. Un libro es otra cosa. Es una simple reseña de lo que hay ahí pero además lo hice ya hace muchos años cuando podía subir allí sin dificultades y se veían las pinturas. Eso que ha salido publicado en el Ayuntamiento ahora lleva publicado muchos años en un libro editado por la Diputación Provincial de Toledo sobre el Arte de la Edad de Bronce en Castilla-La Mancha. Lo que pasa es que entonces tuvo muy poco eco y se hizo una edición modestísima con solo las figuras sin color y texto breve. Ahora lo he hecho porque Jesús Almoguera, el Alcalde, sabía que eso existía y quería que hubiera una publicación con fotografías, una explicación didáctica y eso es lo que hemos hecho. Pero de ahí a un libro hay una distancia.

- Es cuanto menos asombroso que haya pasado tanto tiempo desde que publicaste aquella reseña, en el noventa y cuatro, sobre “La Rendija” y que tuviera tan poca repercusión. ¿No crees?

Esas cosas tampoco le interesan a mucha gente, a nadie. Lo hice pero no solo. Me ayudaron algunos compañeros del Seminario de Historia del Instituto de Alcázar. Es una publicación que alguna gente conoce. Curiosamente conozco gente que ha venido a La Rendija y han hablado conmigo y se han guiado por aquella publicación para ver lo que hay allí, para conocerlo. La publicación para alguien le ha servido, pero fuera de la gente muy especializada en Historia, eso no tuvo difusión. Las pinturas están deteriorándose cada vez más. Es verdad que hay ciertos mitos, pero nadie se ha llevado nada porque es imposible. Si alguien llega con un martillo y golpea, las rompe, pero no se las lleva. Lo que sí ha pasado es que por ser un lugar abierto, se han destruido y deteriorado y se ha pintado encima groserías y garrapatos. Así las pinturas se pierden. Pero de todas maneras ese es el destino de todo: perderse y desaparecer. No se si es una pena o no, o algo inevitable. De todos modos cuando las pinturas estaban sin deteriorar tampoco estaban todas: la misma naturaleza las va borrando. Desde que yo empecé hasta ahora es verdad que se han perdido muchas, muchas. Y es una lástima. Y se perderán todas, mientras eso siga así. La gente les echa agua, sprays, las frotan…

- ¿No hay manera de poner freno a tal deterioro?

Conservarlo es muy difícil. En algunos sitios han puesto rejas, pero quizás es contraproducente porque pueden pensarse que lo que hay dentro tiene más valor aún. Y eso no quita que alguien llegue y le dé un golpe y lo destroce. Herencia tiene un importante patrimonio arqueológico. Mira lo que ha pasado con lo que apareció hace unos meses con la tubería del Tajo-Segura, en Las Catalanas. Hay un patrimonio interesante y notable a nivel prehistórico, sobre todo en las sierras aledañas. Pero virgen, sin excavar. Aparte del poblado que ha aparecido iberorromano, hay asentamientos de la Edad del Hierro y hay también poblados y vestigios de la Edad del Bronce también notables. Toda la sierra está llena. Pero no es Herencia en el único sitio donde los hay. Toda la zona de los Montes de Toledo es un área riquísima en este tipo de yacimientos de esa época. Supongo que no tienen la categoría de los grandes parques arqueológicos de los que se preocupa la Junta como el de Alarcos o Calatrava. Pero sí son yacimientos que merecerían ser conservados y protegidos y no ser expoliados.En la propia sierra de San Cristóbal, hay pintura en una oquedad que mira al pueblo. No se conocen tanto, pero aquí pasar y calcar es muy difícil. Pero hay pintadas encima. No te quepa duda que de aquí a que pasen 4.000 años eso será arte rupestre. Ahora mismo la sierra es un sitio muy visitado y las motos lo están haciendo todo papilla. También se hacen cosas con poco tacto, por ejemplo los caminos que se han hecho en la sierra de San Cristóbal, o la recuperación de los molinos (el molino más alto de San Cristóbal está encima de un yacimiento ibérico y eso es un disparate).

- ¿Hay cultura en Herencia?

Yo siempre digo que el desarrollo cultural es inevitable. Entre otras cosas porque ya sois muchos que tenéis formación elevada. Cuando hay gente así, hay inquietudes. Quizás Herencia no tiene todavía la entidad cultural que le corresponde. Aunque confío en que Jesús [Almoguera] le va a dar otro aire a esto. Se ha ganado muchísimo en la vida cultural en Herencia. Aparte de la sala de exposiciones y de la pintura, el pueblo se está llenando de esculturas, esculturas de Arráez. Y de actos que todavía son minoritarios, a los que la gente no acude, pero que poco a poco llegará. Yo creo que el pueblo en ese sentido va para arriba.

-¿Qué es lo que te gusta de Herencia?

He vivido aquí toda mi vida, aunque me crié en Urda, llegué aquí con 20 años con mi mujer. Aunque si me jubilo con sesenta, dentro de tres, pues me iré.Herencia es otro sitio como otro cualquiera pero si no me gustara no hubiera estado aquí tanto tiempo. Supongo que todos los sitios son buenos, pero aquí estoy bien. Lo que más me gusta es que tengo muchos amigos en Herencia y eso es lo más interesante. Lo que menos me gusta es que me tiene apartado de la familia y eso se echa de menos. Y desde el punto de vista profesional estoy muy a gusto; y valoro mucho eso. Aquí es como si estuviera jugando en campo propio, conoces el terreno, a la gente no solo del Instituto, sino de otras cosas y eso me va bien.

Suenan Campanas


Suenan campanas aunque la mayoría de las veces no sabemos ni por dónde. Pero sonar, suenan. Siempre. Y es que se trata del propio ruido de la vida, que no cesa. Que no cesa:ni la vida, ni el ruido. Ni en el continuo repiquetear de campanas, ni los gallineros que se alteran, ni el alboroto de los mercados, o los voceros.Los dimes y diretes van y vienen y en esta loca confusión cada cual grita lo que le place, o lo que le dicen algunos que griten.

El ruido de la vida es tal que ningún ámbito de la misma le es ajeno: política, educación, sociedad, en entornos nacionales, internacionales o locales, en un plano personal o profesional, serio o desenfadado... aquí todos hablamos, todos opinamos, todos discutimos (incluso sin ninguna base o fundamento). Da igual. Basta con oir campanas para saber que tocan a muerto, o a boda. Y, de inmediato, nos lanzamos al oficio que resulte pertinente, aun sin saber por dónde suenan tales campanas, o si son certeras, o no....

Habiéndome esbozado así este caos de sonidos que no es sino nuestro propio mundo actual, este blog no pretende ser sino mi propia torre, un alminar modesto desde el que vociferar cuanto se me antoje, sea en el ámbito que sea y se trate del tema que se trate. Un ruido más en la vida que, no obstante, y sin llegar a ser pretencioso, resulte práctico para, al menos, poder determinar por dónde es que suenan ciertas campanas.