miércoles, 16 de junio de 2010
De velos, burkas y otras excusas
Aquellas tristes campanadas, hace poco lejanas, se acercan cada vez más, hasta nuestras cocinas. Aquellos ecos franceses, que trataban de la supuesta "libertad religiosa" y de la laicidad del Estado, han cruzado los Pirineos para instalarse de lleno en nuestra agenda política, y social. Primero fueron algunos Ayuntamientos catalanes, pero pronto la moda, o la peste, ha sido asumida incluso por el propio Gobierno central: se está estudiando la prohibición del uso del burka en ciertos lugares públicos.
Antes de alegrarme abiertamente por esta medida, de congratularme por las buenas intenciones de los bienhechores de estas iniciativas, y sumarme a la condena total del burka, me surgen algunas preguntas. Muchas:
¿Qué es lo que se pretende realmente con esta prohibición? ¿Por qué se va a prohibir el uso del burka dentro de algunos edificios públicos y no totalmente, porque sí podrán ir por la calle con él puesto? Siendo, como estamos, en una supuesta sociedad libre: ¿por qué no es posible ir completamente tapado? ¿o desnudo? ¿qué molesta más, que vaya la mujer completamente cubierta, o que ese hecho tenga connotaciones religiosas? ¿qué pasaría si en carnaval, o en cualquier fiesta de disfraces, voy completamente tapado? La defensa de la mujer, de su integridad, de su dignidad ¿pasa por la prohibición del uso de un burka obligatoriamente? Si esto es así: ¿por qué no se prohibe totalmente (incluso en la calle, o en el ámbito privado)? ¿Qué es lo que nos molesta realmente del burka aquí en España (no hablo de Afganistán donde probablemente el contexto social y político sea tan fuerte que realmente sea un yugo, una obligación)? ¿Prohibiendo el uso del burka en ciertos lugares se protege realmente a la mujer? ¿Es eficaz esta medida para "salvar" la dignidad de la mujer? ¿Es indigno llevar el burka? ¿Y si lo llevan porque realmente quieren y no por imposición? ¿No sería más lógico facilitar mecanismos de ayuda social a las mujeres musulmanas para que rompan su silencio y denuncien los abusos de sus maridos, al estilo de las mujeres (en general) que son maltratadas por sus parejas en España? ¿No sería más eficaz luchar contra la discriminación a partir de medidas de educación, de ayuda social, que mediante pomposas normas legislativas basadas en la prohibición?
¿Por qué nos empeñamos en buscar soluciones a problemas complejos a base de PROHIBICIÓN? ¿Es la prohibición, en general, la solución a todos los males?
No me gustan las modas populistas, no me gustan las medidas express ni rimbombantes que buscan acaparar titulares, no me gustan medidas simplistas ni represoras, ni fáciles. Pero sobre todo, no me gusta quedarme callado mientras la espiral del silencio crece y crece, a favor de los que no piensan más que en ellos mismos y en imponer sus pensamientos (mínimos y cortos de miras, en muchas ocasiones) a base de PROHIBICIONES. Y en cima, nos lo venden como el triunfo de la LIBERTAD.
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