jueves, 8 de diciembre de 2011

verde introspección en un día de invierno




A veces me da por levantarme un poquito la piel.
Cuando estoy descuidado
me da por tirar de la herida que siempre tengo
abierta. Me gusta
engañarme, pero también escudriñar por debajo del escudo que tengo. Y veo
que la sangre fluye. Por entre mis entrañas,
desde no sé bien dónde y sin saber a qué lugar va a parar, todo mi ser
bulle por dentro. Y me gusta
descubrirlo. Sobre todo en estos días grises; en los que me quedo absorto mirando nada.

A veces
me sorprendo sorprendiéndome
apagado. ¿Soy yo?,
me pregunto. Y entonces huyo de aquel ser
frío, melancólico, moribundo, joven, podrido, sano, perdido. Y me abandono
ahí mismo. Y corro,
para no mirarme. Y cuando me veo cansado, de vuelta, mojado
por la tormenta, es el momento que aprovecho para hacer el quiebro y meterme
en lo profundo. De mí.
Me encanta estar despistado,
de la vida,
de mí mismo;
porque es cuando me encuentro.

A veces
me meto en mi cama,
mientras estoy dormido, cuando agarro mi almohada como nunca
y relajo mis piernas a su antojo. Y ahí me apasiona
sobar mi alma, hacerle el amor a mi corazón abandonado.
Como en un sueño. Y violarme
en secreto. Sin gritar, ni reír. Tapado
con la manta de la esperanza,
soñando un nuevo día.

A veces
me vuelvo otoño. Una a una mis hojas se caen,
o las tira la ventisca. Con el romanticismo de lo caduco
mi vida se marchita. Y se hiela
mi sentimiento.
La sensación de la hojarasca en mis pies me trae buenos recuerdos
de la niñez. ¡Qué más quisiera ser un crío!
Pero los años te enseñan
que lo muerto no está
para que juegue el viento con ello. Esas hojas hay que quemarlas. Me enloquece preparar mi tronco, y podar mis ramas.
Me gusta quedarme desnudo.

Y esperar
la primavera soñando un nuevo día,
porque es cuando me encuentro, en estos días grises
en los que me quedo absorto
mirando nada.
Desnudo.

lunes, 22 de agosto de 2011

Que dos semanas no es nada...


La Flauta Mágica en la Ópera, la tumba de Mozart en el cementerio de St. Marx, las de Beethoven y Strauss en el principal, visitas, Lorenz y Paul, JuanD, Angelito, Mirska y Carlitos, Violeta, Mery, Bruno, Oli, Pilu, el Life Ball, el UP!, el Village Bar, el Why Not, PraterSauna, las fotos de cabina en 5 minutos, cervezas, el ron de la embajadora, Volley playa, nadar en el Danubio, kilómetros de bicicleta, el GayPride, el Catán, los pocos días de gimnasio Mc Fit, cambio de bicicleta, Naschmarkt, Wine & Co, Museums Quartier, largos paseos, El Miedo a la Libertad, sol aquí, nubes allá, el Ring, el Tel Aviv Beach, el Fluc y el Flex, kebab, arroz con pollo y verduras en el puesto de la parada del Uban, el Canal, Otto Warner, Belvedere, Kimt, piscinas con vistas, heuriger aquí y allá, vino blanco y tinto y cerveza, afters, cafés, inglés, español, e italiano o lo que se tercie llegado el caso, Crusin´ together, Eslovenia, Croacia, faltan horas de sueño, sobran ganas de vivir, Schonbrunn, una despedida (hasta luego Andrés), encuentros en el metro, la historia de la corbata roja, aparece alguien y se abre un paréntesis, música, baile, conversa, conversa y conversa, cigarrillos hasta el amanecer, desayunos hasta las 17, Café Merkur y Tunel, objetos encontrados, dinero que viene y va, proyectos profesionales, concreciones profesionales, decisiones, karmelitemarket, mi piedra triangular en femenino (Petra), ligues como cromos, historias como telenovelas, la Duquesa de Chile, Olivier, la casa patas arriba, la casa impoluta (casting para elegir mi relevo en la habitación), Marge Simpson de tourné, confidencias, skype, noticias, noticiones,...

Llevaba tiempo sin escribir sobre mi vida en Viena. Demasiado. Tanto que es imposible recuperar las entradas perdidas. Tan solo un esbozo de otras tantas y tantas historias escondidas, vividas y disfrutadas detrás de cada palabra.

Que dos semanas no es nada. Y es todo lo que me queda por disfrutar en esta mi cuarta ciudad de acogida.

Valió la pena, sin duda!!!

lunes, 23 de mayo de 2011

Y SIN EMBARGO SE MUEVE




“Todo lo que no es dado es perdido” (Tagore)

Y se han perdido 11.710.762 voces, 11.710.762 oportunidades de decir Basta Ya mediante la única oportunidad real y efectiva de empezar a cambiar las cosas. Porque las 11.710.762 papeletas que no se han dado, se han perdido. Los ánimos de la derecha están por los aires, los de buena parte de la izquierda por los subsuelos. Pero, eso es todo? Es este el final?

Siento y espero que no. Porque más allá del resultado de unas elecciones que, recordemos, no eran generales aunque la maquinaria de la propaganda pepera nos hayan hecho creer que sí lo eran, un movimiento social ha nacido con la vocación de permenecer, de calar y de producir una catarsis política necesaria y justa.

Muchas y distintas son las reclamaciones que se han hecho en el Movimiento 15M pero entre ellas destacaré algunas básicas para que funcione mejor la democracia real: cambio de la ley electoral, leyes que aseguren la exclusión de imputados en las listas, revisión de la función del Senado (o incluso su eliminación)… Las competencias para tomar estas medidas no las tienen las Entidades Locales sino el Parlamento Nacional.

Hoy en día es el PSOE quien tiene el Gobierno y quien puede promover medidas legislativas, pero tiene realmente voluntad de cambios reales? O es esclavo de sus clientelismos. Es hora de demostrar quién es quién porque la batalla final son las Elecciones Generales, a la vuelta de un año.

Por un lado se encuentra el PP, arrogante en su victoria de ayer y compacto en sus filas adoctrinadas. Doy por hecho que volverán a cosechar sus 8.474.031 de votos. Lo doy por sentado. No comparto en absoluto sus ideas ni sus métodos: los desprecio, pero hay que respetar a las personas que confían en tan aterrador paisaje derechista.

El PSOE ha obtenido su peor resultado. De cara a las generales no creo que obtenga menos votos de los cosechados ayer. Peor, imposible. Porque también tiene una base partidista fiel, aunque en menor medida que la del PP. Muchos de sus votantes son críticos, es cierto, pero también muchos son tan viscerales y seguidistas como sus eternos enemigos. Así que cuento con que obtendrá un mínimo de 6.276.087 votos.

Hasta aquí, y poco más, sería el balance normal. Hasta aquí los grandes titulares de todos los medios nacionales, y la simplicidad: El PP gana, el PSOE muere. Ya está? No. No está porque aquí todo el mundo se olvida del 33,77 por ciento de las personas que no han votado, que no han querido dar y que, por tanto, han perdido la oportunidad. Pero qué pasaría si de aquí a un año esas personas sienten, ilusionadas quizás por un movimiento como el 15M, que si ejercen su derecho al voto podrían cambiar las cosas? Qué pasaría si en las próximas elecciones generales Además de los votos seguros de PP y PSOE se depositan más de ONCE MILLONES de papeletas? Eso sí que sería democracia real, y el panorama político que se colorearía en la cámara de la Carrera de San Jerónimo no sería bicolor. Y quizás, solo quizás se habría conseguido un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad española.

Difícil? Sí. Imposible? No. Ahora es el momento, y ahora es cuando más responsables tendríamos que ser. No hay que descorazonarse con la victoria de la derecha en España en unas elecciones autonómicas y locales. Han ganado una batalla pero no la guerra. La guerra aún continúa y la lucha la hacemos todos. Todos somos responsables para ejercer de ciudadanos cívicos y responsables, de informarnos, de concienciar, de hablar y hacernos notar. Lo de Sol es solo un aviso. Por fin se nos ha hecho visibles, superando el discurso monótono de los grandes partidos y de sus voceros mediáticos. Ahora debemos continuar… El cambio es posible. Es nuestro momento. La gente ya no duerme, aunque muchos quieran pensar que sí. Como dijo Galileo… Y sin embargo se mueve.

lunes, 18 de abril de 2011

¿A quién quieres más?


¿a papá o a mamá? A los dos. No, ¿pero a quién más? A los dos. No, pero a uno un poquito más... Pues sí: a tu puta madre, ¿te vale ahora? Quizás esa debería de ser la respuesta de un crío al que, ya desde pequeño, lo encaminamos -todos- a tener que elegir desde una posición excluyente y negativa. ¿No podríamos preguntar cuánto quiere a su mamá y cuánto a su papá? ¿Por qué nos empeñamos en contraponer cosas que, per se, no son antagónicas o contrapuestas?

La cosa empeora conforme uno crece y se hace todo un hombre, hecho y derecho y con pelos en los huevos. Y eso de las elecciones excluyentes se vuelven no solo más frecuentes sino necesarias y de lo que uno debe sentirse orgulloso, porque es de mayores tomar decisiones. E incluso ya no hay que esperar a que a uno le crezca el bello en los cataplines porque las elecciones trascendentales cada vez son más prematuras. ¿Letras o ciencias? ¿Un poquito de todo? No, no, hay que especializarse para ser más eficaz y competitivo. Ah... o de otro modo: para ser un auténtico gilipollas en casi todo y tan solo un poco imbécil en el maravilloso campo que has escogido. Así nos van las cosas.

Especialización, especialización, especialización. Una carrera concreta, un máster para profundizar, unas prácticas para ahondar más aún... Ya se sabe que quien mucho abarca, poco aprienta... ¡Está claro! Vamos, clarísimo. Y lo mejor es que nos lo creemos.

¿Todo esto a cuento de qué? A cuento de mi propia vida, cómo no. ¿Qué haré después de mi trabajo en ONU? ¿Tiraré por el Periodismo o por el Derecho? ¿Qué te gusta más? Todo, depende, no sé. Me gustan muchas cosas. Me apasiona lo relacionado con la comunicación, con el derecho en general, y con la lucha por los derechos humanos en particular, el mundo global, los problemas locales. No, no, no, ¿pero qué quieres exactamente, precisamente? Joder, que son ya treinta años.

Y NO TENGO NI PUTA IDEA. Pero lo mejor de todo es que, sabéis, no me importa en absoluto. Yo sé que elegir y tomar decisiones es difícil y no reniego de que haya que hacerlo. Marcar tus propias metas, y buscar los caminos para conseguirlas es algo realmente admirable para conseguirlo. Pero, ¿por qué, una y otra vez, se empeña la sociedad en obligarnos a elegir una meta, una única meta, desmarcada del resto de posibilidades? ¿Por qué no se puede querer a los dos, a papá y a mamá, igualmente? ¿Qué necesidad de cerrar puertas para mostrar públicamente una fachada de integridad y convicción en algo de lo que posiblemente no estemos de convencidos? ¿Se trata el triunfo general de la teoría de la fidelidad amorosa transmutada a todas las disciplinas de la vida?

No sé, ni contesto. Lo único que digo es que a mí me gusta estar en misa y repicando.

miércoles, 13 de abril de 2011

99 Wines


La ignorancia es el mayor aliado del error, el resorte de las decepciones y, a la vez, una ventana a la sorpresa. Porque toda vez que la experiencia y el conocimiento vencen los muros del desconocimiento la realidad se presenta tal cual es. Y uno cae del error, y uno se decepciona porque lo que creía ya no es, pero ocurre que también puede ser que lo nuevo, lo hasta entonces desconocido se presente de una manera más hermosa, atractiva y placentera de lo que imaginaba.

Y todos somos eternos ignorantes. Nadie posee el conocimiento pleno sobre cada aspecto de cada asunto. Pero el ser humano tiene esa capacidad asombrosa de aprendizaje, de curiosidad y descubrimiento, de sobreponerse a ese pecado original que es la ignorancia. Y cada día uno aprende, dice el poeta...

Pensaba que venía a Austria, país cervecero por excelencia. Ya me imaginaba a mí mismo dando el salto mortal hacia las grandes pintas tostadas o rubias, siempre frías. No me gustaba la idea, pero estaba resignado de antemano. Total, no es Austria prima hermana de Alemania?

De nuevo la realidad me ha sacado de la ignorancia, con gran regocijo por mi parte. Austria no es Alemania, gracias a dios. Resulta que Austria no solo ama el vino sino que lo produce y cuida con mimo. No lo dicen las guías de turismo sino mi propia experiencia vital. Qué alegría haber descubierto los vinos blancos de la región de Estiria. El fin de semana pasado hubo, cómo no, un festival a los pies del Ayuntamiento (Rathaus) dedicado a este Estado, y a su gastronomía y a sus vinos. No comentaré más.

No he vuelto a pensar en Austria como país netamente cervecero. Eso ya solo lo restrinjo a Alemania, y a la zona de Babaria más específicamente. Austria es algo más. Para muestra, otro botón.

No seré prólijo en detalles con respecto a un local. Su nombre: 99 Vinos. Imagina un espacio minimalista, abierto a la calle, acogedor, y con 99 botellas de vino en sus paredes, clasificados y seleccionados en función de sus cualidades: afrutado, exótico, picante, blanco, rosado, tinto... Te recibe el dueño, sonrisa y buenas maneras como carta de presentación, te entrega una copa vacía y uno va degustando uno y otro. Y cuando se acaba una botella inmediatamente es reemplazada por otra distinta. Y pasa el tiempo, las horas, los tragos entre amigos y charlas y picoteo... Al final uno se va sin que nadie te presente una cuenta, sin que nadie te diga lo que tienes que pagar. Uno mismo es el que, voluntariamente, deja en un jarrón de cristal el dinero que considere oportuno... maravilloso descubrimiento.

Aunque aun me pregunto qué pasaría con un local así en Madrid.

Por cierto, aquí está el enlace, para los curiosos

http://www.99wines.at/

lunes, 4 de abril de 2011

De rutinas, calores, bicis y otras cosas...


La rutina nos priva a menudo del placer de la sorpresa y del asombro y, en cambio, tapia nuestro cerebro que, sin ventanas, no es capaz de mirar más allá de su microespacio cerrado. Es ella quien encadena nuestro espíritu y lo amansa lentamente. Trasciende al quehacer diario y es capaz de envolver las vidas en todas sus aristas. Y es ahí cuando se aplana el corazón y se desvaloran los momentos, los gestos o las emociones.

Ocurre que quien se acostumbra a la lluvia no valora el agua que cae, o hasta la aborrece. Y quien tiene pan cada mañana lo tira a la noche si queda un pedazo duro. Al día siguiente habrá más, y tierno. Las leyes del mercado se adelantan al mismo y casi se presentan axiomas naturales: la abundancia de algo devalúa ese algo que pasa a ser un elemento más de la rutina diaria. Monotonía vital.

Y sin embargo, esa sobreabundancia o esa rutina monótona y aplastantes no son universales: varían de una región a otra, de una persona a otra, incluso de un tiempo a otro. Y, de nuevo en Viena, uno llega a esta ciudad apaleada por vientos y hielos y nieves y frío y más frío y nubes, y nubarrones, y nieve y viento, viento, viento durante largos meses de invierno. Y es aquí donde opera el milagro: sale la mariposa de su capullo (escondida sin remedio) y con los primeros rayos de sol y un moderado calor la ciudad se abre, se transforma y sale de su rutina. Es primavera. Una primavera que se te encarama a los ojos y te vapulea de una forma que es imposible ignorarla.

Quien vive bajo un sol sempiterno difícilmente podrá experimentar una sensación similar pues ya está habituado a la luz de un cielo abierto y brillante. De nuevo la abundancia y la rutina. Pero quien carece de él, quien no está acostumbrado a él, lo recibe con una alegría, un asombro y unas ganas apabullantes.

Este fin de semana Viena ha celebrado la llegada de la primavera. Sus calles, ya engalanadas con unos brotes generosos verdes, violetas, blancos por cada rama de los infinitos árboles, se han entregado a las gentes. Las gentes se han entregado a la ciudad y se han subido a sus patines, monopatines y bicicletas. La ciudad entera ha rodado de parque en parque, de rincón a rincón, para celebrar la llegada de lo tan deseado: el sol, el calor, la primavera.

Ha sido algo espontáneo. Los árboles han explotado en aromas y colores en apenas una semana. Y unos y otros han cogido sus mantas para ocupar todas las miles de zonas verdes (una cada 50 metros diría yo sin exagerar. Quizás un parque cada 200 metros en algunos casos en los que se atraviesa uno de los dos millones de palacios. Porque esto es Viena: un palacio con jardines. Toda ella. Incluso se ha organizado una concentración de bicicletas donde además de espectáculos de saltos se compraban y vendías bicis, había talleres para repararlas, bares, barbacoas, exposiciones, exhibiciones,.. y toda una auténtica cultura de y para la bici: una bienvenida oficial para que aquellos que no estuvieran a punto pudieran aprovechar el momento y preparar las bicis porque en este tiempo, viviendo en Viena, es impensable andar por ahí sin una de estas bicis. Que para eso hay que aprovechar la no lluvia y el calorcito que ya nos va rozando....

Por cierto, tanto es así, tan preparada está la ciudad para las bicicletas y tal acogida tienen éstas entre los vieneses que hasta la policía se adapta a la nueva situación. Después de un fin de semana loco con mi "nueva" vieja bicicleta PUCH (pura austriaca), de vuelta a casa un domingo a las doce de la noche, me paran dos coches policiales. Documentación por favor. Y al poco: sople por favor. TEST DE ALCOHOLEMIA PARA BICICLETAS... toma ya. Y no he sido el único: seis estábamos en ese momento soplando. Menos mal que las dos cervezas que llevaba encima no me han delatado y he podido continuar la marcha sin variar mi buena opinión que tenía de las ventajas de conducir en bici por la ciudad. Eso sí, tengo que poner una luz urgentemente, so pena de multa.

Parece ser que las historias continuarán....

martes, 29 de marzo de 2011

Sin (casi) miedo, sin (casi) planes


No es cosecha propia, pero lo asumo como hipótesis para mi vida: el miedo es el gran secuestrador de la humanidad. Paraliza e imposibilita al hombre en cualquiera de sus ámbitos. Es el miedo el que impide la libertad porque gracias a él uno no se atreve a la rebelión (personal o social). Es el miedo el verdugo de la felicidad porque gracias a él uno se somete a la tortura de la conformidad y la monotonía. Es el miedo el gran enemigo a vencer tanto en un plano íntimo como en el colectivo. Y ese miedo es un monstruo escurridizo, camaleónico y mutante que se adapta a cualquier forma y tiempo, y sabe perdurar. Se alimenta casi de cualquier cosa por lo que es muy difícil que muera de inanición, aunque una de sus mayores fuentes de alimentación es algo que se cría y reproduce en abundancia en nuestra sociedad (y en uno mismo): la ignorancia. La relación es directamente proporcional: a mayor ignorancia sobre algo, mayor miedo a ello, ergo menor libertad, menores esperanzas, mayor infelicidad...

¿Qué no retenía a los hombres ir más allá del Estrecho de Gibraltar sino el miedo a lo que allende esa linea se escondiera? ¿Y qué no alimentaba ese miedo sino una ignorancia comúnmente compartida de cómo era realmente el orbe? Hasta que alguien llegó y venció sus miedos y se adentró y fue capaz de abrir horizontes. Pero no es fácil. Nada fácil, tal y como Erich Fromm nos cuenta en su ensayo "El miedo a la libertad".

Y el miedo es tan inmenso como nuestra propia alma. Incluso el hombre menos miedica alberga rincones cobardes. Nadie se escapa a ello, aunque sí hay diferencias en cuanto al grado en el que uno está más o menos secuestrado por ese miedo.

Tres semanas después de haber aterrizado en Viena, ahora, justo ahora me doy cuenta de lo absolutamente acojonado que he estado en los últimos meses. Miedo a dejar el trabajo, miedo al qué pasará, al cómo pasará, miedo incluso cuando elegí dar ese paso y venir a Viena, miedo a lo desconocido, miedo al futuro incierto, miedo al día a día,.. Un miedo más inconsciente en la mayoría de ocasiones, algo más consciente en otras evidentes, pero miedo al fin y al cabo. Y ese miedo, hoy puedo decirlo, si bien es cierto que no está destruido sí está arrinconado y decrecido. Porque en estas últimas semanas he sido capaz de sobreponerme a él, y dar el paso, avanzar y no estancarme. También he abierto los ojos de mi alma y he leído entre lineas más allá de los guiones previstos en los manuales oficiales de la vida. Y he aprendido, sí, he aprendido una vez más. He aprendido que es mejor darse una hostia por acción que por omisión. Y que la vida es eso que pasa cuando tú estás haciendo otros planes, que ya dijo John Lennon.

Casi no tengo miedo a lo que venga mañana ni planes para afrontarlo, casi. Pero amanecerá, y lo viviré. Seguro.

viernes, 25 de marzo de 2011

Internacionalización (y no empresarial)


... y de repente uno se da cuenta que ya han pasado quince días, medio mes, así de rápido, así de agusto, así de bien. Suele suceder cuando todo va más o menos bien: nada se hace inacabable, interminable, insoportable. Al revés, las cosas funcionan y se disfrutan y el tiempo, tan relativo como caprichoso, parece volar.

También la rutina, cierta rutina, ayuda a ganar una estabilidad y asentarse un poco en un lugar. El trabajo, dichoso y odiado trabajo, se vuelve un factor determinante. Y heme ahí: entrando y saliendo de las Naciones Unidas como Juan por su casa. De lunes a viernes eso sí. Y en cómodos horarios, flexibles y todo muy internacional. Internacionalísimo. Internacionalisisisisisísimo.

Aunque ya se sabe que las cosas vistas desde fuera se antojan siempre mejores más apetecibles, aunque en todos sitios se cuecen habas. Es decir, que muy buena la experiencia y que es interesante hasta cierto punto, pero sin que llegue a ser oro todo lo que reluce. Aunque uno lo imaginaba de antemano, la realidad constata cómo trabajan los funcionarios (por muy internacionalísimos que sean): relajados, calmados, con sueldazo y mil comodidades. Chollazo vamos. Aunque, a decir verdad, tampoco me ha sorprendido.

¿Me gusta lo que hago? Sí me gusta. Aprendo y mejoro mi inglés, y conozco a mucha gente. Y así, poco a poco, mi tiempo se estrecha, ocupado por mi trabajo, y fuera de él. Aquí, día a día, voy construyendo un hogar de 5 meses pero que ya da calorcito (desde el primer día ya lo dio). Y cada nueva persona en mi vida, tanto del trabajo como fuera de él, arrima un ascua a este fuego vienés que ya no hay viento ni temporal que lo apague. Porque aquí arde ya sin remedio mi vida. Sin prisas, eso sí, pero sin pausas... y muy internacionalizado, también.

lunes, 14 de marzo de 2011

ARMONÍA


Es lo que tenemos las personas: que nos terminamos acostumbrando a todo. Por eso cuando uno se aleja del hábitat al que está hecho, fácilmente se da cuenta de ciertas cosas. De entre ellas, la más evidente de todas: el ruido.

Madrid, nueve de la mañana. Sales de casa y por encima del ruido de los motores de los coches y las motos a toda hostia, los pitidos en los atascos. Entras en el bar de la esquina pides café y barrita y de inmediato el camarero ordena la comanda: barrita!!!!! y mediana con leche!!!!! La tele encendida por encima de todos, y unos y otros gritándole al móvil o repasando la política del día. Terminas, pagas y vas al metro. En el vagón: la de la música con el móvil amenizando a todos, el grupo de amigos bromeando, los que entran a pedir con música o sin ella, pero con un discurso estudiado...

Uno se acostumbra a eso y casi ni lo nota. Uno termina adaptándose al medio, cualidad admirable del ser humano, y se acostumbra, por ejemplo, al ruido.

Y de repente, un día, caes en un país distinto, en una ciudad diferente como pueda ser Viena. Pasan los días, la emoción lógica de las primeras horas, se visita la ciudad y se adapta a ella. Y poco a poco uno descubre un tesoro intangible, tan rico y enorme como los millones de palacios imperiales, y casi no sabe ni lo que es hasta que cae en la cuenta del silencio. Un silencio que cubre la ciudad como un manto invisible. Un silencio que te abofetea la cara al salir a la calle. No hay coches que piten, ni gritos en los bares, ni estampidas en el metro. Todo es un continuo discurrir fluido, con un ritmo interno natural, sin estridencias.

Así es Viena: pura armonía. Cadencias de ruidos imprescindibles pero no abusivos: suaves, graciosos y puntuales. Como el tranvía cada cinco minutos (clin-clin, y el discurrir de los railes alejándose). Pausas y silencios entre los discos en rojo que retienen una circulación motorizada que no es pesada. Y la marcha continúa en cada rincón. Sin precipitaciones. Con respeto. Un respeto hacia las personas que convierte a la ciudad en una composición melódica, casi de nanas diría yo.

Schhhhhhhhhh (en bajito): hasta mañana, dulces sueños...

domingo, 13 de marzo de 2011

Una ciudad para vivirla: Viena


La mejor ciudad que uno visita es aquella en la que uno ya tiene algún buen amigo. Porque inmediatamente te sientes en casa y empiezas a disfrutar de cada rincón desde el mismo momento en que aterrizas. No se pasa por los apuros y sinsabores a los que uno se acostumbra irremediablemente cuando todo es desconocido, salvaje y ajeno.

Estos días en Viena han sido maravillosos gracias a mis amigos. Porque los amigos son aquellas personas que te ayudan cuando más lo necesitas sin pedir explicaciones e, incluso, sin pedirlo expresamente. Así, primero Andrés, que supo ver en mi agobio laboral una ayuda callada, me tendió los puentes para venirme a esta maravillosa ciudad. Y luego Petra, quien no solo me fue a recoger al aeropuerto sino que me buscó una habitación bien situada, enorme y con unos compañeros de piso muy simpáticos, y me preparó el kit de bienvenida: una cama nueva, una planta, un cartel, diccionario alemán-español, dulces, un abono de transporte, mapa de Viena y hasta un póster decorativo; además de una maravillosa cena y una compañía imprescindible en los últimos días.

Así sí se puede. Así uno es capaz de disfrutar del runrún de los tranvías, de la calidad del aire, de los miles de edificios imperiales y espléndidos; del café, de los paseos, del Ring y del Gürtel, de cada parque, y de cada momento maravilloso vivido en estos días. Porque lo que realmente me he dado cuenta es que ésta es una "pequeña" ciudad pero que encierra mil secretos por descubrir y que, sin duda, da gusto vivir en ella.

Y en ello estamos...

jueves, 24 de febrero de 2011

La vida del pobre


"Hay que ver cómo viven los pobres". Eso decía mi amiga Belén el otro día cuando fuimos al Primark: camisas de vestir a 5 euros, calzoncillos, camisetas, a dos euros, corbatas dos por cinco euros, y un sinfín de precios para hacer frente a la crisis y salir bien vestido. Rematamos la noche en un Mc Donnald´s de un centro comercial comiendo hamburguesas de un euro... y tan felices.

Ayer continúe con el modus vivendi del pobre, a saber: me fui al CashConverters a vender unos móviles viejos que iba a tirar. Según llegué se me acercaron dos hombres, cual aves rapaces, para ver qué traía y negociar. Finalmente pasé de hacer la cola en el establecimiento para que tasaran lo que traía y me conformé con los 10 euros que me daba el gitano en metálico, al momento y sin saber si funcionaban o no. Y tan contento con mi "venta" me fui a cortar el pelo que, a fin de cuentas, me salió gratis.

Hay que ver cómo viven los pobres o economía de guerra es lo que mucha gente se ve obligada a hacer en esta crisis tediosa y apoltronada. Pero se vive, y se sobrevive, y muy dignamente. Está bien que uno que es de clase media y acomodado por la suerte que le ha tocado vivir (y por algo de esfuerzo personal también, por qué no decirlo) se baje del ritmo de vida acostumbrado y sienta que la vida puede ser otra cosa. De nuevo el cambio que he empezado a vivir desde hace poco, y que me obliga a contar, y pensar mucho más que antes, cada euro que gasto me alecciona sobre la vida y sobre los hábitos que nos creamos y que casi defendemos cuando imprescindibles. Sí, otra vida es posible, aquello de no es más pobre quien más tiene sino el que menos necesita no es una falacia. Y que a los 30 uno tenga que volver a vivir como cuando era estudiante sin recursos más que una desgracia es una bendición, un máster de humildad, de humanidad y de responsabilidad económico-social que no tiene precio.

Sea como fuere, lo único claro es que "la vida del pobre" no es ninguna deshonra, ni mucho menos. Incluso los hábitos de una vida más modesta pudieran ser motivo de más orgullo que los de otro nivel de vida más ostentoso. No es que prefiera tener menos dinero, claro está. Lo que pasa es que es muy gratificante darse cuenta de que es posible vivir feliz con menos recursos. Que no es una utopía. Siempre gastamos energías, esfuerzos y cambiamos hasta nuestro carácter por conseguir un trabajo con más responsabilidades y más dinero.... olvidándonos, a veces, de nosotros mismos, de nuestra felicidad. Es la vorágine en la que estamos metidos hasta los huevos y de la que resulta difícil escapar. Por eso, cuando uno consigue abstraerse siquiera por un momento de esa fuerza centrífuga es muy revelador. Porque al final la vida son dos días y más vale vivirla que pretenderla.

martes, 22 de febrero de 2011

Un pequeño paso hacia la libertad (personal)


¿Quién iba a pensar que 2011 iba a ser tan movidito? Después de un 2010 lento, pesado, tedioso y sumido en una pesada crisis, llega este año de repente, como un vendaval. A nivel internacional ahí están los países islámicos, haciendo añicos tantos años de abusos, sacándonos los colores a los gobiernos que lo hemos permitido, haciendo un ejercicio supremo de libertad. Y los cambios pasaron de Túnez a Egipto y de ahí a una lista de estados que no ha acabado aún.

Cambios, cambios y cambios en distintas instancias: políticas, económicas, sociales... Pero también personal. Porque así, de repente, como salido de la nada se me ha hecho nacer una revuelta interna. Contra mí, contra mi estabilidad y comodidad, contra el control que ejerzo diariamente sobre mi vida. Una revuelta que ha hecho añicos mi proyecto de vida, tan estancado en los últimos meses. Y así, he derribado la dictadura de mi trabajo que no me gustaba. Ahora navego dirigido por un gobierno de transición, el paro, pero no importa. Aunque tenga menos dinero, aunque las perspectivas no sean nada claras no significa que esté peor.

Ahora empieza todo. Ahora es el momento. Ahora, en mi primer día después de dejar mi trabajo, miro al frente y, pese a los miedos sociales y la coyuntura económica, sonrío. La oportunidad que me está esperando en Viena, en las Naciones Unidas, es algo que mi espíritu rebelde, juvenil e inconformista no podía dejar pasar por alto.

Siempre dije que nunca es tarde si la dicha es buena. Eso lo pensaba cuando hablaba de otros, pero dar el paso uno mismo cuesta y asusta. Pero estoy contento de haber vencido tales miedos y haber dado ese paso, un pequeño paso para este hombre, un paso más hacia la libertad.

martes, 15 de febrero de 2011

Jesús 'Chamusca': "Pienso que si no hiciera nada ya no sería Chamusca"


Es domingo y hace frío. La cita es en una nave a las afueras del pueblo. Jesús nos recibe en su santuario: un espacio diáfano repleto de figuras creadas por el mismo, retazos de carrozas, material diverso, herramientas y un desván con infinitos objetos antiguos que esperan a que las manos de “Chamusca” les devuelvan la prestancia perdida, cubierta por los años y el polvo. Nos conduce por una puerta y entramos a una estancia más pequeña, con una camilla donde hace gimnasia diariamente, y más esculturas, y fotografías. Parece el tunel del tiempo, y de la artesanía. Una amalgama de sensaciones y curiosidades, un museo de aperos mezclados con ingenios y curiosidades. Es la guarida de un artesano, de un artista rural con un espíritu inquieto e indomable.

¿Cuándo empezaste a hacer carrozas de Carnaval?
La primera, un barco pirata, la hice en 1961. Y al año siguiente, con Bernardo Carpuela, hicimos otro: el San Rafael, una réplica de uno que había en Barcelona. He hecho más de cuarenta carrozas y ahora esto trabajando en reproducirlas en maquetas para exponerlas algún día. Empecé porque me gustaba y era mi ilusión. Ya desde pequeño, cuando iba con mi padre al pozo, me sentaba en el brocal arropado con una manta para darle al borrico cuando se parara y allí mismo me entretenía con una navajilla haciendo figuras o amasando barro. Así empezó mi afición por crear. Con 10 años entré al taller de los JAFER y ahí aprendí a soldar y manejar el hierro que me es útil para las carrozas.

Hace unos años te enfadaste con el Ayuntamiento de Herencia porque no te premiaron. ¿No vas a continuar haciendo tus esperadas carrozas?
(Suspiro) Ahora mismo no tengo idea de hacer nada hasta que no me den alguna explicación de lo que pasó. Mira que llevo años presentando carrozas y muchas veces me he enfadado, pero como ese año ninguno porque no había carrozas tan buenas como para que la que yo hice no se llevara ningún premio. No lo entiendo, con todo lo que me esforcé y lo espectacular que era aquella carroza de catorce metros. Fue muy injusto. Quizás hubiera razones políticas porque en esa carroza iba gente subida del PP… Aunque de todos modos el año pasado no presenté ninguna carroza con mi nombre, pero le hice una a “Los Traviesos” porque al final no puedo resistir no hacer nada. También preparo la sardina todos los años, incluso aquel que me enfadé tanto. Y continuaré haciéndola porque no tengo valor a no llevarla después de tanto tiempo encargándome de eso.

¿Y si cambiaran los políticos actuales, volverías a hacer carrozas?
A mí los políticos me dan igual. Me da lo mismo la gente de derechas que de izquierdas porque lo único que quiero hacer son cosas para mi pueblo. No quiero que me halguen diciendo “¡qué bien Chamusca!” pero sí que hagan las cosas bien hechas. Lo que no puede ser es que, por ejemplo, vayan algunos representantes del Ayuntamiento a hablar de la feria de Herencia a Onda Cero y hablen de todo menos de la exposición de fotografías antiguas que monto en el Teleclub, con la de gente que va a verla. Eso me llega al corazón y ha sucedido en varias ocasiones.

También eres conocido por montar cada año un belén con muchas figuras.
Mi ilusión es que haya en el pueblo cosas que ver. Este año por ejemplo estaba muy malo porque estoy de vueltas con un quiste en la pierna y cuando llegaba la gente a la Labradora y me decían: “Jesús, que todavía no has empezado a montar el belén”, me da ba una cosa... Así que terminé haciendo el esfuerzo y lo monté para el pueblo.

¿Quién te ha enseñado a ti a hacer este tipo de cosas?
Nadie. Las cosas que hago las he ido fraguando yo mismo, aprendiendo poco a poco. Siempre estoy liado con algo. A lo mejor estoy acostado y se me viene a la cabeza una idea. Entonces me levanto y la apunto para que no se me olvide y poder hacerla luego, aunque sea dentro de dos años. Hago muchas cosas que no se enteran los hijos ni la mujer porque sino me dirían que soy tonto.

Volviendo a los belenes, ¿desde cuándo lo llevas haciendo?
Desde pequeño he hecho belenes en mi casa. Cuando me casé continué haciéndolo en el hall de tal forma que incluso para pasar a la cama teníamos que pasar a gatas por debajo del belén. Como me regañaba la mujer me fui a al caño donde estaba la casa que han tirado, la de las Montonas, y allí lo hice varios años hasta que llegó don Pedro el párroco y me ofreció hacerlo en la iglesia. Y finalmente en la ermita de La Labradora que es donde lo hago actualmente. donde lo hice otros cinco años o por ahí. Y luego ya me vine a la Labradora. Aunque también le he hecho el belén a mucha gente, por ejemplo este año se lo he hecho a los del Centro de día. O sea, que yo a todo el que viene le ayudo en lo que puedo. No tengo valor para decirles que no.

Eres aficionado a la fotografía y organizas una exposición anual de fotografía antigua en la feria
Es algo que me ha gustado de siempre. Quizás sea de verlas cuando iba a afeitar a mi tío y luego me pasaba con mi primo Chamusca, que era como un hermano en mi familia, y tenía un estudio de fotografía. No sé. El caso es que voy recopilando fotografías antiguas durante todo el año. Se las pido a las gentes, hago una fotocopia, las amplio y luego las expongo en feria. Llevo haciéndolo desde mediados de los ochenta. Todos los años las renuevo y hasta ahora no he repetido ninguna.

Gracias a ti comenzó la exposición anual de pintura, ¿no es así?
Lo del certamen de pintura lo empezamos Manuel Fernández-Caballero “Carpuela” y yo. Me acuerdo que estaba entonces Julián el relojero, que era muy artista, y que también pintaba cuadros como Manuel. Le propuse a Carmen “la Petrola” la idea de pedirles cuadros a ellos, a Jesús Madero y a otros que yo sabía que también pintaban. Y así lo hicimos. La primera vez que expusimos fue en la antigua capilla del Colegio Redondo. Allí fue donde se hizo el primer Certamen de Pintura Villa de Herencia hasta que se salió la Petrola del Teleclub, y entonces empecé a hacerlo allí.

Pero te merece la pena tantos quebraderos de cabeza con la gente.
No me merece, pero yo me acuesto y no me duermo. Entonces pienso que soy así y si no hago nada ya no soy Chamusca, aunque tenga siempre esté atrampado por ello, comprando material e invirtiendo en cosas que luego me valen para hacer lo que hago.


¿Qué más cosas haces?

Hago esculturas con chapa. El premio que se ha dado este año en el I Concurso de Máscaras de Carnaval lo he hecho yo. Hago esculturas de quijotes, perlés, cabezudos, gigantes, personas, etc. Todas esas esculturas lo hago para mí. Tengo también una escultura de un Quijote de 2’60 metros en una rotonda a la entrada de La Guardia, y en Alicante tengo otro.También pinto cuadros y tejas.

Y durante unos años incluso construias unas Fallas.
Fue una idea que la comenté con Jesús Viso, que era muy devoto de san José. Le propuse hacer unas fallas por la festividad de San José, cuando yo vivía en la calle Gaitán. Pero los de la Junta no quisieron, así que cuando me casé y me vine a la Labradora pensé en hacerlo aquí en honor de la Labradora, el 15 de agosto. Lo hice durante once o doce años y dejé de hacerlo porque no tenía ningún tipo de ayuda. Algunos vecinos se quejaron porque decían que se les quemaban las persianas. Al final todo eran tropiezos e impedimentos, hasta que ya no pude más y lo dejé porque estaba yo solo.

¿No has pensado hacer nada para Semana Santa?
Si, también hago cosas. Llevo varios años haciendo el monumento de Semana Santa en la ermita de la Labradora. El año pasado por ejemplo hice un Cristo enclavado con un arado.

¿Crees que la gente del pueblo te valora?
No lo sé. Esto es como me decía don Pedro: “por muy bueno que seas, Chamusca, tienes tus enemigos, y por muy malo que seas tienes tus amigos”. Pues eso digo yo. Habrá a quien le guste lo que hago, y otros que dirán que lo hago porque me interesa o porque gano cuartos.

¿Qué opinas del objetivo para que declaren el Carnaval de Interés Turístico Nacional?
Lo veo todo muy artificial. No sé si es porque yo me he criado con la máscara de cuatro trapos. Ahora todo son trajes comprados. Me acuerdo que gozaba durante horas haciendo los trajes, los cascos o los escudos… Eso es el carnaval, y no ir a comprarlo. El carnaval de siempre la gente se hacía sus cosas, antes los gañanes se hacían sus pantalones de enea para salir, etc. Hay que hacer cosas para que se vea el carnaval. A los jóvenes los veo que están sólo con el jamón y los botellines. Están más tiempo comiendo y bebiendo que haciendo cosas. Por las noches, y el sábado, es cierto que hay mucho pegote, pero luego por las mañanas nadie. Yo podría una orquesta o simplemente un músico en la plaza, que esté ahí animando un poco. No hace falta más. Ya verías cómo mucha gente cogería cuatro trapos y se bajaría por las mañanas. A lo mejor el primer año no habría tanta gente, pero seguro que a otro año habría más. Durante el día no se nota que es Carnaval. ¿Por qué no ponen por ejemplo en las farolas, a la entrada del pueblo, carteles con el perlé, o con algunas máscaras, algo que anuncie el carnaval? Que al entrar al pueblo se sepa que es Carnaval. Ya he dicho muchas veces estas cosas, pero a mí nadie me hace caso.

miércoles, 12 de enero de 2011

María Antonia Martínez: "“Siempre he dicho que yo solo agachaba la cabeza ante mi padre”


El encuentro con María Antonia es en la residencia de ancianos “Nuestra Señora de La Merced”, aprovechando uno de los días que se deja caer por Herencia a visitar a su madre. La frescura de sus movimientos y sus palabras presentan a una mujer aún joven (60 años) con ganas de vivir, entusiasta, comprometida, pragmática y ligeramente idealista. Prejubilada de Televisión Española, María Antonia tiene en su haber más de cuarenta años de profesión ejerciendo el periodismo deportivo por todo el mundo. Ha sido testigo de cuatro Juegos Olímpicos, así como de varios campeonatos del mundo y de Europa de baloncesto, natación y fútbol. Se confiesa hija de obrero, “aunque mi familia haya tenido mucho nombre”. No es mera palabrería: durante unos años compaginó el trabajo con los estudios y los partidos de baloncesto que disputaba como jugadora en Primera División. Aunque ahora vive a caballo entre Madrid y San Sebastián adora a “su pueblo”, Herencia, al que ama y con el que es exigente a partes iguales. Sus palabras suenan rotundas, como construidas con fuerza por la profunda convicción de sus ideas. Piensa rápidamente las respuestas y las argumenta sin vacilaciones. Su voz firme tan solo se quiebra cuando recuerda a su padre ya fallecido. No esconde sus ideas porque quizás ya no tenga miedo.

¿Por qué se metió a periodista?

Por una de esas casualidades de la vida tropecé con unos impresos para una oposición de la tele que iban a dárselos a una chica y dijo que no; entonces pregunté si me los podían dar. Rellené los impresos para auxiliar de programación y como en la vida hay que tener un poco de pizca de suerte para todo, aprobé las oposiciones. Y con 19 años era plantilla de TVE. Aunque empecé trabajando en documentación me di cuenta, por lo que veía a mi alrededor, que lo que me gustaba de verdad era el periodismo. Yo había dejado los estudios a los 14 años y, aunque quería ser maestra, no pude porque suspendí una asignatura y no conseguí hacer la reválida. A los 20 años volví a retomar los estudios, e hice periodismo mientras trabajaba. En aquella época conseguí meterme en Informe Semanal, en realización. Y así, casi sin darme cuenta, me encontré siendo periodista.

¿Es necesario estudiar periodismo para ser buen periodista?
No. Lo que se necesita es tener una buena formación, a ser posible en Humanidades. Es bueno que el periodismo como título exista, pero no conforme está diseñado actualmente porque la gente sale de ahí sin saber mucho, y sobre todo sin saber el oficio. Yo aprendí más en el diario Marca que en la facultad. Lo importante es tener ciertos estudios que te hagan pensar y entender las situaciones, la vida, tu situación y la del mundo.

Parece que el periodismo sea, muchas veces, un espectáculo más.
Un periodista está para contar lo que pasa y, a veces, para opinar. Los de mi generación hemos tenido el periodismo como un mito. Pero durante muchos años de mi carrera también he sentido vergüenza de ser periodista: por lo impresentables que hemos llegado a ser muchas veces. Hay muy poco periodista honrado. Somos unos arribistas y vamos a lo fácil, a presionar. No es que yo lo haya hecho, pero lo he visto de cerca. Uno no puede pensar que porque sea de un medio de comunicación vas a tener a tus pies a un futbolista, a un banquero o a quien sea.
Al periodismo le falta ética y sentido de la responsabilidad, que es justo lo que también le falta a la sociedad.

La conversación discurre por cuestiones meramente periodísticas, de los equilibrios de poder entre los medios y los lobbies financieros y empresariales, de la función pública del periodismo, del control al poder y de wikileaks, fenómeno mundial que ha puesto entre las cuerdas a multitud de gobiernos de todo el mundo. Hablamos de las posibilidades que ofrece Internet para poder ejercer el derecho a la información y libertad de expresión y del futuro de los medios. La conversación es quizás demasiado abierta y, entonces, María Antonia pregunta: “¿esto le va a interesar a los del pueblo?”. Parece como si no le importara tanto hablar de su vida y sí de una necesidad de hablar de Herencia y la Mancha. Le pido que responda una última pregunta más relacionada con su profesión.

¿Qué ha aprendido en estos años de oficio?
A disfrutar: que te paguen por hacer algo que te gusta es fantástico. He aprendido a ser yo, en el sentido de creer en mis convicciones. El periodismo es un mondo en el que tienes que pertenecer a un grupo y hay que hacer mucha camarilla, pero me he negado siempre a ello y lo he pagado caro. Siempre he dicho que yo solo agachaba la cabeza ante mi padre, y he tratado de mantenerlo en todo momento. Hay cosas que cuando no tienes demasiadas cargas familiares te las puedes permitir. Imagino que quien tenga hijos o una hipoteca terrible viva otra situación y quizás deba tragar más.

Qué gran respeto hacia su padre…
Mi padre era un bendito. Tenía una ferretería y fiaba a mucha gente hasta que vio que no podía seguir y tuvimos que irnos a Madrid con 16.000 pesetas, y el día y la noche. Allí empezamos de cero de nuevo. Mis padres hicieron milagros para que mi hermano y yo estudiáramos. Veníamos todos los veranos a Herencia. No perdimos el contacto con el pueblo. Hemos crecido queriendo a Herencia, toda mi familia tiene debilidad por el pueblo.

¿Qué le aporta el pueblo?
Sentir que eres de un sitio. Yo que me he criado en Madrid y he vivido siempre fuera, me gusta sentirme de aquí, le tengo mucho cariño. Adoro la gente, sus calles, la Iglesia… Pero que conste que a mi me sacan de quicio muchas cosas de Herencia y de Castilla-La Mancha. Me da mucha rabia que esta región, que ha sido tierra de paso e inmigrantes, siga aún siendo tierra de paso y que nadie se identifique y luche por su gente y no solo por sí mismo. Ese es el lado oscuro.

¿Por quiso ser Alcaldesa de Herencia hace cuatro años?
(ríe) Sí, sí. Cuando me presenté a las primarias socialistas pensé que podía dedicarle muchas horas y que tenía suficiente experiencia para ver las cosas con perspectiva y criterio. Lo hice porque me animó mi hermano y me dijo que podría hacerlo bien y que lo único que tenía que respetar era el dinero: controlar los gastos y saber dónde iban realmente. Yo tenía mi sueldo mensual porque me había jubilado prácticamente con el mismo sueldo y no necesitaba ir al Ayuntamiento a trabajar por dinero. Mi idea era luchar para ayudar al pueblo, sin ningún otro interés. El otro día me enteré que de nuevo habían puesto la guerra civil encima de la mesa en un Pleno y eso no se puede consentir. Me da igual si el tema lo saca el PP o el PSOE. Es hora de cerrar heridas, tender puentes y perdonar, por ambas partes y eso no se ha superado aún en Herencia.

¿Sigue queriendo presentarse a la Alcaldía por el PSOE?
Se acabó. Ya no estoy dispuesta.

¿Cree en los partidos políticos?
Me cuesta mucho trabajo creerlos sinceramente. No me he borrado del PSOE porque estoy en el grupo de Herencia, pero me he llevado varios chascos ya con la política. Además el funcionamiento de los partidos no es totalmente democrático. No tengo por qué elegir una lista en bloque de la que solo me gustan 7 personas y el resto no y que están ahí por estar cerca del poder o por tener buena relación con los que mandan. He sido tres o cuatro años periodista parlamentaria y he sentido vergüenza ajena.

Y cree en los políticos.
En algunos sí. Pero una de las cosas que me duele de este Ayuntamiento es la poca formación que tienen algunos concejales. Para entrar de concejal en según qué cosas hay que tener un mínimo de estudios y formación. Estos son los apaños de los partidos políticos.

¿Qué considera que se está haciendo bien en Herencia y cuáles otras no tan bien?
No tengo suficiente información sobre lo que ocurre en Herencia, pero en el tema de la educación sé que tanto en Herencia como en muchos colegios de Castilla-La Mancha se aprueban a muchos alumnos porque dan la orden desde arriba. Pasan de curso sin estar preparados. Lo sé. Y eso no se puede consentir. Ese es el gran problema de Castilla-La Mancha y de otras muchas comunidades. Por otro lado veo que tenemos un auténtico problema con el auditorio y no viene de la actual corporación municipal, sino de la anterior. Lo único que podemos hacer es invertir porque eso no se puede tener cerrado. Habrá que sentarse y estudiar qué hacer con ello, y a lo mejor se puede llegar a la conclusión de que con espectáculos para la gente del pueblo, que quizás ni vaya, no es rentable y habría que estudiar si es posible ponerlo al servicio de otros y reutilizarlo, por ejemplo, como centro de convenciones y congresos para profesionales en Castilla-La Mancha. Hay que darle un uso y rentabilizarlo. Y si no hay que hacer teatro, pues no se hace.

¿Qué planes tiene de vida?
Después de haber trabajado cuarenta años, el no tener obligaciones es muy gratificante. Me encanta levantarme y leer, escuchar la radio, viajar. Aún no me ha dado tiempo de aburrirme. Viajo todo lo que puedo y me relaciono más con la gente que antes no tenía la oportunidad porque el tiempo me lo impedía. Desde luego vivir sin prisa es fantástico. La única obligación es cuidar de mi madre y lo llevo muy bien. Lo único que estoy haciendo es disfrutar de la vida.